Si Diego Armando Maradona fuese veinte años más joven y jugase este mes el Mundial de Brasil en lugar del de Estados Unidos, su célebre positivo por efedrina no le impediría necesariamente jugar otro partido me comentaba mi colega Pedro Cifuentes. La decisión tomada en noviembre pasado por la FIFA de transportar los análisis médicos en avión hasta un laboratorio de Lausana (Suiza) para efectuar «los controles antidopaje más estrictos de la historia del deporte» podría tener la paradójica consecuencia de que un jugador sospechoso participe sin restricciones en el siguiente partido de su selección, según confirmó esta semana el jefe del comité médico de la FIFA, Michael D’Hooghe, a la agencia Bloomberg. «Seremos capaces de llegar en la mayoría de los casos, pero no estoy seguro que en todos», afirmó este especialista belga en medicina deportiva.
Las autoridades brasileñas propusieron a La Agencia Mundial Antidopaje, tras repetidos tests que los controles se realizasen en el nuevo laboratorio que se está construyendo para los Juegos Olímpicos de Río 2016, pero ante la evidencia de que no estaría listo antes del comienzo de la Copa del Mundo, los dirigentes de la FIFA decidieron que enviarían alrededor de 1.000 muestras de sangre y de orina al Laboratorio Suizo de Análisis del Dopaje (LAD) antes y durante la celebración del campeonato.
El transporte intercontinental de las muestras de sangre y orina no es la única novedad que presentarán los controles antidopaje en esta Copa del Mundo. Por primera vez en la historia, los 736 jugadores participantes han sido examinados antes de que ruede el balón. Desde el pasado mes de marzo los médicos y enfermeras de la FIFA han estado visitando partidos internacionales y concentraciones de selecciones, tomando muestras a los jugadores. «Podemos analizar a cualquiera, en cualquier momento y lugar, cuantas veces haga falta», advirtió Jiri Dvorak, el jefe de Medicina de la FIFA, en una reciente entrevista.
Además, el torneo coincide con la aplicación de un nuevo conjunto de reglas encaminadas a luchar contra la sofisticación del dopaje, y que entre otras medidas contempla la conservación de las muestras de tejido humano durante diez años. Los futbolistas será sometidos a análisis antes, durante y después del campeonato; a la finalización de cada partido se practicarán análisis a cuatro jugadores, dos por cada selección.
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Patricia Núñez Vega