Increíble, el tiempo corre sin darnos cuenta, y allí existe un momento de detenernos a pensar qué hicimos hasta ahora. Nos encontramos a mitad de año ocasión para autoevaluarnos, observando que resultados hemos logrado de nuestra actividad laboral.
La situación está álgida no obstante le ponemos la mejor predisposición para evolucionar con la finalidad de que nuestros objetivos se cumplan.
Se nos acercan unas mini vacaciones mentales, sí bien digo mentales, nos encontramos transitando el Mundial de Fútbol, en donde da la sensación que la ciudad se convierte en una fiesta, viviéndose un clima especial.
Descanso momentáneo el que rápidamente vuelve a la normalidad, a la triste normalidad o realidad en la que no nos dan tregua.
De hecho a quienes nos interesa que intervenga Argentina en este evento, más allá si nos agrada o no el futbol, por unas horas dejamos de lado las preocupaciones, las que luego de noventa minutos regresan con nosotros dejando los festejos de lado.
Durante esa corta hora y media no pensamos si los niños de la calle comen, van al colegio o cuentan con un espacio para dormir provistos de una frazada.
Si las fuertes tormentas arrasan con casas dejando familias totalmente desprotegidas, despojadas de las viviendas que tanto les costó obtener, que aumentará al día siguiente, si llegaremos a fin de mes con nuestro salario, si se concluirá con la violencia.
Si, si, si y más si, sin embargo como de costumbre sin solución alguna.
Mercedes Giangrande