El café es uno de esos tragos inevitables y por los cuales clamamos casi todos los días. Los entendidos explican que para adultos sanos se recomiendan 400 mg por día. Además se considera que esta cantidad no es fija y que la tolerancia a la cafeína dependerá de cada persona. Algunos factores que pueden intervenir en tu reacción a la cafeína son si estás acostumbrado a su consumo o a la cantidad que ingieras.
Según el Portal bbvaopenmind, la concentración de cafeína depende también en gran medida de los métodos de preparación, que usan diferentes mecanismos para extraer los compuestos del café que dan su sabor y propiedades a las bebidas preparadas. Atendiendo a este criterio pueden clasificarse en tres grandes grupos: de inmersión o infusión, por gravedad y por diferencia de presión.
Métodos de preparación
En los métodos de inmersión o infusión —café turco, café de puchero, cafetera de émbolo y café en frío— se calienta el agua a la temperatura deseada y a continuación se pone en infusión el café molido el tiempo suficiente para que sus compuestos pasen al agua. Cuanto mayor sea la temperatura del agua, más energía tendrán sus moléculas, y más eficaz será la extracción de la cafeína.
En el café de filtro y en los percoladores, el paso del café se produce por el efecto combinado de la elevada temperatura del agua y la gravedad, al verter lentamente el chorro caliente sobre el café molido contenido en el filtro y dejar que caiga por su propio peso a través de este.
Finalmente, tanto en las máquinas de espresso como en la cafetera italiana, así como en la cafetera de vacío, la extracción se consigue al calentar el agua del depósito inferior cerrado y generar así una diferencia de presión con el superior abierto, lo que provoca que el agua ascienda arrastrando los compuestos del café de forma muy eficaz y casi instantánea.
Como resultado, cada método ofrece un café con una concentración de cafeína suficientemente distinta, tal y como han constatado de forma experimental químicos de la Universidad de Newcastle (Australia) tras analizar los cinco métodos más habituales empleando café de la variedad arábica procedente de Colombia. La clasificación la encabezan las máquinas de espresso, seguidas de las cafeteras italiana y de los métodos de infusión en frío (en inglés cold brew), que se han convertido en tendencia en los últimos años).
Cómo estimar la cafeína de nuestra taza
Esta información ya nos da una idea de cuántos cafés podemos tomar sin pasarnos de esos recomendables 400 mg de cafeína diarios. Como somos animales de costumbres y siempre preparamos el café del mismo modo y lo tomamos en las mismas tazas, lo más sencillo es estimar la cantidad de cafeína contenida en nuestra taza habitual y luego llevar la cuenta de cuántas tomamos al día.
Por ejemplo, un aficionado al espresso podría tomar tres tazas pequeñas al día —de un café como el usado por los investigadores australianos—. También según la tabla anterior, si usamos una cafetera italiana, podremos tomar el doble de tacitas que si usamos una máquina de espresso. Y otra conclusión del mismo estudio: si somos más de tomar tazones enteros que tacitas de café, deberíamos usar una cafetera de émbolo o de filtro (u otros métodos “bajos en cafeína”: café turco, de puchero, soluble o de percolador, según estudios análogos).
Con el café hecho en casa no podemos precisar mucho más, a no ser que consigamos que un laboratorio con espectrofotómetro nos determine cuánta cafeína tiene nuestra taza habitual. Por fortuna para quien frecuente las cadenas y franquicias cafeteras, cada vez son más las que realizan estos análisis e informan sobre la cantidad de cafeína de todos sus productos y formatos, lo que facilita mucho calcular el número de cafés diarios para no pasarnos del máximo recomendado.
A falta de un consenso científico sobre los efectos positivos o negativos del consumo de cafeína, estos consejos permitirán a los amantes del café mantenerse dentro de los límites recomendados. Aunque sin olvidar que cada taza es un mundo. © bbvaopenmind