Por Ana Leguisamo Rameau. Las nuevas edificaciones, que traen superpoblación en la ciudad, crean inmensos disturbios entre los vecinos. Los cortes de luz, la falta de agua, los problemas
de consorcio en los edificios, los asaltos en los PH y casas , y un sinnúmero de circunstancias, que crean mal estar en el individuo común, se alerta aún más con la sumatoria de las piedras que interceptan el camino de lo que uno proyectó.
La agresión repetida de la gente en esta sociedad intolerante se desborda por la impaciencia y la crisis total, y todo ello conlleva al precipicio donde todos se atacan entre sí.
Si sumamos todo a este mal estar y le agregamos el ingrediente de no poder descansar plenamente, como requiere un ser humano, ya estamos en crisis total y pronto al ataque de nervios. Eso es lo que sucede actualmente en el barrio de Palermo.
Los que vivimos desde siempre en Palermo y amamos este barrio, sabemos que, el mismo, ya no es aquel bello sitio arbolado y tranquilo que solíamos disfrutar entre vecinos, cuando nos encontrábamos en la plaza cercana y charlábamos con el comerciante, o el habitante de la casa de al lado o más allá.
Palermo hoy, para los grupos turistas, es una buena propuesta pero la ciudad no sólo vive de turismo pues, quienes defendemos el barrio y hemos echado anclas aquí, no nos resignamos a la partida. Resistimos y no está en nuestros planes la emigración. Echamos raíces en este barrio y aquí nos quedamos, pero qué ocurre y qué hacer en esta Comuna donde hoy los ruidos, la inmigración desbordada, los adolescentes borrachos de la madrugada y los empresarios oportunistas, dueños de discoteques, atornillan a los vecinos con ruidos molestos, música alta, roturas de vidrios y botellas, y una cantidad inagotable de escándalos?
En este orden de cosas, ya no sólo hablamos de esas calles y sitios especiales donde se han establecido boliches contiguos, tal es el caso de «la Plaza Cortázar» donde muchos bares florecen a su alrededor. Tampoco hablo de la Av. Del Libertador, donde los boliches bailables estallan en inmensos grupos de jóvenes y coches dejando en sí una ola terrible de puro ruido para los vecinos que desean descansar. Éstas y algunas calles son y serán íconos de pura estridencia en la madrugada de la Comuna 14, lo cual no implica que uno deba entregarse a la resignación del silencio. Sin embargo, la Calle Cabrera, por dar un ejemplo, es esa vía que alguna vez fue tranquila. Un lugar donde vivir era todo un gusto por su armonía, aunque todo hoy ha cambiado. Cabrera se ha transformado en una pista total donde los bares florecen de tres a cuatro por cuadra y donde los vecinos , por cada fin de semana, efectúan innumerables denuncias a la Policía de las Comisaría 21, 23 o 25. Por ello, el vecino a la noche sabrá que , cuando se acueste, no podrá dormir por los disturbios que le ocasionarán esos boliches que se aplastan sobre las paredes de sus edificios.
Todo esto ocurre hoy en el barrio de Palermo. El inquilino sufre en su mudanza,. Si se muda sabrá que deberá juntar dinero para su renovación, lo cual creará sumo nerviosismo pero podrá emigrar. Por otra parte, el propietario, si bien no debe abonar alquiler, estará preso en su propia casa junto a los ruidos y a la amargura que le creará no poder disfrutar de su comodidad habitacional. ¿Quién es más víctima hoy en la Ciudad de la furia y el ruido de la noche?
Sin ir más lejos, este lunes el boliche «Mónaco» , ubicado en Gascón 1172, no fue la excepción pues abrió sus puertas y el escándalo de droga y alcohol estalló a las tres de la madrugada. Se supone que respetando la ley de convivencia vecinal los boliches deberían bajar el grado en los desiveles y estrepitaciones del mismo (sobre todo para ciertos días como un lunes) pero nada de eso sucede a la hora de pensar en el dinero y hacer caja a costa de todo y contra todos. Allí, una masa enorme de adolescentes y jóvenes tomaron la calle Gascón de punta a punta (Cabrera hasta Córdoba) y fue cuando se enfrentaron a trompadas y botellazos creando la locura de los vecinos que comenzaron, en plena madrugada, a gritar que se fueran del lugar. Luego, tres patrulleros de la Comisaría N° 21 aparecieron logrando la tranquilidad del barrio. El caos pronto fue pura paz.
Estos hechos son moneda corriente en el Palermo y los Bares, boliches y discoteques, que constituyen sus calles, son totalmente repudiables para los que vivimos en la Comuna 14.
Nada más indicado, desde nuestro hogares, que la expresión para estos empresarios que avalan la droga el alcohol y hasta la prostitución que la frase, breve y concisa: «Fuera de Palermo, muchachos. Queremos recobrar la paz que alguna vez existió en nuestro barrio».
Video breve de peleas en el Boliche «Mónaco»