«Si una mujer besa a otra es un hecho artístico pero si un hombre lo hace, es un maricón.» Eso dice Claudio cuando se enteró que Pocho, su primo, se acostó con Samuel, el dueño del comercio textil, hijo de la viuda Rebeca Saimovich. Sin embargo, todo se puso en tela de juicio, entonces Pocho quedó salpicado como un pobre homosexual. No obstante, él lo desmiente, jura y perjura que sólo lo hizo porque había tomado de más. Agrega que, si hubiera estado en su sano juicio, eso no hubiese ocurrido, pero ¿Será honesto Pocho o sólo lo dirá para salvar su honor?
Vayamos más allá.
El Confidencial explica que, de los baños de las estaciones de autobuses a las bandas de motoqueros pasando por las fiestas de fraternidades –como los elephant walks, ritos de iniciación en los que los recién admitidos deben introducir sus dedos en el ano de sus compañeros– o los bro-jobs –dos colegas masturbándose mutuamente por pasar el rato–, Ward ha localizado un gran número de contextos donde hombres heterosexuales se las apañan para llevar a cabo actividades inequívocamente sexuales. Al contrario de lo que la sexología y la sociología habían establecido hasta ahora, los varones no intiman con otros varones tan sólo en contextos de necesidad y ausencia de mujeres –como en una cárcel o en la marina–, sino que también lo hacen incluso cuando no hay ninguna escasez.
Por otro lado, el diario El País, argumenta que, en nuestros días, la aceptación de la diversidad sexual es mucho mayor que en el pasado. “A medida que hay una mayor tolerancia todos salimos un poquito de nuestros armarios”, sostiene Joan Vílchez, psicólogo clínico, psicoterapeuta y sexólogo. “Hombres que no acaban de sentirse muy satisfechos pueden tener la ocasión de tener relaciones con otras mujeres, con un hombre o probar ciertas prácticas que en otros tiempos estaban más censuradas”. Para Juan Macías, psicólogo especializado en terapias sexuales y de pareja, “conceptos como heteroflexible o heterocurioso están permitiendo a los hombres explorar su sexualidad sin necesidad de cuestionar su identidad como heterosexuales”. Por otro lado, Internet facilita el contacto, que puede ser virtual o físico.
De este modo, Pocho, nuestro protagonista, no debería sentirse tan culpable pues, es tan natural que la homosexualidad ya viene de lejos pues un hombre emparejado con una mujer ya antes tenía amantes varones. Eso era usual en la antigua Roma. “En la adolescencia es bastante común que haya juegos de cierta genitalización: a ver quién mea más lejos, a ver quién la tiene más grande, y ciertos roces y tocamientos…”, indica Joan Vílchez. “No dejan de ser incursiones homosexuales, pero todavía predomina el modelo heterosexual y se realizan desde la transgresión propia de la juventud”, señala el psicólogo.