Según el Hospital italiano , luego de la gran convocatoria sobre las tartas caseras (ver nota con todas las recetas) surgió este interrogante, ya que a veces nos engaña su fama de livianas, de “light”. En esta nota, una propuesta para buscar el ahorro significativo.
Pocos refutarían que las tartas, no así las tortas, no engordan, son sanas. Tal concepto llevado al extremo en el caso de la tarta de zapallitos, condujo a un paciente a preguntarle a su esposa: “¿está en la Biblia? ¡Es que está ‘consagrada’ en casa!”, nos cuenta con ironía y buen humor.
Su fama conduce a querer prepararlas en casa. Ahora bien, solemos escuchar “como tartas y no adelgazo o “no me baja el colesterol”. Es que las tartas -además de vegetales, pescados y todo lo bueno que puedan tener como relleno- muchas veces traen “ocultas” una gran cantidad de grasas, que engordan o no permiten tener el colesterol alineado.
Buscando el ahorro significativo: ¿Dónde está la grasa, si el relleno es de vegetales, en apariencia “saludables”?
Las tartas tienen varias fuentes donde podremos ahorrar o, sin saberlo, sumar muchas calorías y grasas. Aquí una recorrida por tres momentos importantes de su preparación.
1.-Eligiendo la masa. En principio, si es casera, hecha con poco aceite, tendrá calorías parecidas a las masas light compradas. Y ambas -caseras y light- tendrán menos que las comunes, hojaldradas, criollas, etc. Sin embargo, como puede verse en la tabla, el ahorro en este rubro es potencialmente menor que en los otros pasos. Un recurso útil puede ser usar una sola tapa.
2.-Cocinando el relleno. Si al cocinar no se usa aceite se estará ahorrando un aporte muy grande de calorías. Recuerde que, por más que utilice aceite de oliva, el exceso de grasas “buenas” o “malas” siempre engorda.
3.-Cuidando el queso. Más allá de la tarta de jamón y queso, que combina sal, calorías y grasa en cantidad (un verdadero festival, porque es lo único que contiene), algo muy frecuente es la costumbre de agregar queso (o, incluso, crema) al relleno, al ligue y a la decoración. ¿Cómo lograr un aporte controlado de grasas, calorías y sal en este ítem?
Para ahorrar aquí habrá que ser medidos. Más que usar trozos, ayudan recursos como: rallar sutilmente algún queso blando congelado antes de llevar al horno o utilizar queso en hebras, por ejemplo una cucharada por porción.
Por último, tenemos que repetirlo, es mejor comer que tomar un té con leche con galletitas, especialmente después de los 70, cuando es importante cuidar el músculo. Y el queso, a diferencia del aceite, aporta otras sustancias nutritivas, como calcio y especialmente proteínas. Solo se trata de medirlos – “ahorrar”, y saber en qué gastar el ahorro- especialmente si se busca adelgazar o bajar la presión arterial.
Cuadro con fines pedagógicos, no científicos. Los valores de referencia son aproximados a una tarta de 6 porciones. Se tomaron como referencia productos que se consiguen en el mercado. Unidad de referencia: 1 gramo de aceite/grasa contiene 9 calorías.
Cuando lo casero y lo comprado se parecen
La publicidad siempre está atenta a las palabras que utilizamos a diario, sin duda entienden lo que sentimos, valoramos. Y luego utiliza estos conceptos para vendernos productos. Por eso -cada vez más- vemos comerciales de alimentos elaborados que se promocionan como “caseros”, “hechos en casa”, “para toda la familia” al mismo tiempo que “instantáneos”, que pronto nos saquen del apuro.
Pero si nos detenemos a observar las aparentes soluciones caseras que nos ofrece la televisión, vamos a encontrar casi siempre a la tarta de jamón y queso o a los ravioles de paquete con crema y queso rallado. ¿Dónde está lo “casero” si sólo ponemos una tapa de tarta comprada sobre una placa, la cubrimos con fiambre, queso y cocinamos al horno? ¿Se puede decir que es “hecha en casa” una pasta precocida llena de crema y queso rallado que apenas calentamos para que se derrita esa montaña de queso? ¡Por lo menos la pascualina tenía mucha espinaca!
Desde Aprender Salud siempre proponemos volver a las recetas. Y además, que las recetas sean rápidas porque vivimos en este mundo y no siempre tenemos tiempo de cocinar. También hacemos hincapié en los aliados: que el freezer sea como un delivery realmente casero y nos saque de un apuro, que la alacena esté dotada de productos que nos permitan preparar una comida verdaderamente hecha en casa, donde no falten vegetales. Y poder compartir la mesa en familia, que el menú sea rico, suculento y también útil para quien, por ejemplo, cuida su peso o quiere tener su presión arterial controlada.