Llega la noche, cenamos, luego nos conectamos a la tele y vemos ese programa favorito que nos hacer adormecer hasta el otro día pero, en lo mejor de nuestro relax, una sensación de querer degustar algo dulce nos mata. De pronto, sin movernos, imaginamos dentro de la heladera, esa barra de chocolate, esa cubeta de helado o esos caramelos que nos dicen «Hola, comenos ya porque te vas a morir de desesperación» y allá vamos arremetiendo contra cualquier cosa para devorar ese pedazo de postre.
Independientemente de la hora del día que sea, es probable que podamos atravesar momentos en los que sintamos la necesidad de comer algo dulce. Por ello, consumir azúcar de manera frecuente y excesiva genera una mayor producción de insulina, pero con el pasar del tiempo, la insulina se hace más ineficiente para contrarrestar los efectos de los alimentos dulces en el organismo. Esto puede conducir a la resistencia a la insulina, que a su vez puede derivar en problemas mayores como la diabetes y la obesidad.
Además, desafortunadamente, este sentimiento de energía y bienestar es muy breve, y al poco tiempo tus niveles de azúcar caen, lo que te provoca un bajón, entonces uno siente cansancio, ansiedad, hambre y de nuevo antojo de azúcar e hidratos de carbono.
Según los especialistas en nutrición Andy De Santis y Liz Powell, existen varios factores por los cuales tal deseo existe.
Elllos pueden ser
Falta de sueño
Al no dormir, el cuerpo produce mayores cantidades de ghrelina, una hormona que indica al organismo que debemos comer. Además, De Santis agrega: “La falta de sueño puede alterar el funcionamiento del cuerpo y la mente a nivel fisiológico”.
Cuando surge el hambre después de haber hecho gimnasia, no significa que el cuerpo necesite azúcar; sino que está deshidratado (lo que puede causar hambre) y requiere agua.
Estrés
Frente a la ansiedad o al estrés, muchas personas ingieren cosas dulces, a modo de “calmante”. “Desarrollar estrategias individuales para manejar el estrés, como dedicar tiempo a uno mismo, contribuye a reducir la tentación de lanzarse a la comida como un recurso para hacernos sentir mejor de forma habitual”, detalla Liz Powell.
Ingerir azúcar a modo de “recompensa”
Sobre eso, Powell explicó: “El consumo excesivo y frecuente de alimentos altamente azucarados puede insensibilizar, con el tiempo, la respuesta de recompensa que obtenemos de ellos, haciéndonos consumirlos en mayor cantidad para sentir el mismo nivel de recompensa que estimule nuestro estado anímico”
Uso de edulcorantes artificiales
El problema reside en que son más dulces que el azúcar tradicional, por lo que las papilas terminan “sobre estimuladas” con ese nivel de dulzura, haciendo que la persona tienda a encontrar “menos tentadoras”, otras alternativas como frutas, por ejemplo.
Haber limitado el consumo de dulces
Liz Powell explica: “Cuando te repites una y otra vez que no puedes tomar un alimento en concreto porque lo has etiquetado como ‘insano’, puede producirte una sensación de restricción u obsesión que seguirás sintiendo hasta que se lo des al cuerpo”.
Dietas inadecuadas
Si en las comidas principales, no nos alimentamos bien, es probable que luego de un rato aparezca el deseo de ingerir algo dulce. “Si te alimentás bien a lo largo del día con comidas equilibradas, vas a tener menos ansias”, dice Powell.
Sin embargo, cuando esa necesidad aparece, los especialistas recomendaron una lista de alimentos, ideales para ingerir en esos momentos en los que se presentan las ganas de comer algo dulce. De Santis destaca, como las opciones más recomendables, frutas y yogurt.
Por otro lado, Beatriz Larrea, nutricionista holística, aconseja eliminar el consumo de azúcar refinada y de café, y comer hidratos de carbono complejos como quinoa, arroz integral, boniato, legumbres, mijo o fruta. Complementar estos momentos del día– Desayuno: Huevos con verduras y una pieza de fruta – Comida: Arroz integral con alubias, pimientos y otras verduras. Acampañarlo de una ensalada verde con aceite de oliva. – Cena: Pollo con ensalada de quinoa y paltase. – ¿Algo dulce? Bananas o nueces.
Otros consejos
– Resistir la tentación: evitar tajantemente la comida rápida, como una hamburguesa o patatas fritas.
– La sal de mesa es sal refinada, proceso en el cual sus minerales son eliminados y tiene efectos negativos en materia de salud. Utilizar sal marina o ,mejor aún, sal del Himalaya, altísima en minerales.
– Desayuno: Huevos.
– Comida: Merluza con ensalada de apio y remolacha.
– Cena: Fideos de trigo sarraceno con pollo, espinacas y zanahorias salteadas.
– A media mañana o media tarde : zumo verde que lleve apio y pepino (fuentes naturales de sodio).
– Beber mucha agua.
Informe basado en el medio canadiense Huffington Post y los consejos de la doctora Beatriz Larrea.