Por Ana Leguisamo Rameau. Manuel Belgrano fue un verdadero ejemplo nacional. Con vocación de servicio y amor a la patria, supo ganarse el real aprecio de su gente, y el desprecio de aquellos que lo burlaron, o pusieron en tela de juicio su condición de hombre de bien. De familia acomodada nació en Buenos Aires el 3 de junio de 1770. Sus padres fueron Domingo Belgrano y Peri, genovés, y Josefa González Caseros, porteña.
Belgrano viajó a España y, tras largo estudio, se recibió de abogado en Valladolid.
Escribir la biografía de este prócer puede resultar tan simple como hacer una cronología de su vida y plasmarla en este diario pero el fin de dicho artículo es mostrar escuetamente la vida del hombre que luchó a capa y espada por la Argentina, para morir en la mayor de las miserias.
Belgrano era un hombre sensible, realmente atípico, con una caballerosidad, respeto y honestidad que llegaba a mal entenderse. Sus compañeros del ejército lo llamaban “raro” pero la situación estaba muy alejada de aquel calificativo. ¿Homosexual, afeminado o raro? Manuel Belgrano era un hombre correcto, de voz aflautada, de finos modales, y rasgos delicados, que gustaba de las mujeres de su época como cualquier soldado heterosexual. En las largas filas de formación del ejército argentino, se lo podía escuchar impartiendo órdenes, seguido de San Martín, pero su voz era tan afeminada que causaba risas entre los camaradas. Ejemplo directo fue el de Manuel Dorrego, quien solía burlase descaradamente de él, razón por la cual el General Don José de San Martín logró deportarlo a Santiago del Estero. De allí que Dorrego lo aborreciera por el resto de su vida.

De correcto proceder, Manuel Belgrano, practicaba una profunda fe católica. Aconsejaba a los hombres infieles que no engañaran a sus esposas, pero las sanas palabras de éste sólo llamaban la atención y desconfianza de aquellos sujetos adúlteros que seguían tildándolo de “raro”.
Belgrano Cáceres, aunque mal juzgado por la sociedad masculina, tuvo muchas mujeres, y una de ellas fue María Josefa Escurra, hermana de Encarnación Escurra (esposa de Juan Manuel de Rosas), con quien tuvo un hijo ilegítimo, adoptado y criado por el Restaurador de Las Leyes. Se llamó Pedro Rosas y Belgrano. Con el tiempo, Belgrano, conoció el verdadero amor de su vida, llamada Dolores. Ella era una joven tucumana, treinta años menor que él. Por aquellos tiempos, él tenía cuarenta y seis, y el escándalo de la nueva pareja era ya comentario en el pueblo, razón por la cual, Belgrano decidió casarse con ella. Desgraciadamente èsto no puedo concretarse ya que lo enviaron en misiones diplomáticas hacia el Sur y, de este modo, logró distanciarse de Dolores. De este amor, nació una niña llamada Manuela Mónica del Sagrado Corazón. No obstante, se enviaban cartas consecuentes con promesas de futuro matrimonio pero Belgrano enfermaba considerablemente y veía muy lejana su promesa cumplida. Con el tiempo, éste viajó urgentemente a Buenos Aires.
Muy tristemente, derrumbado por la sífilis y la hidropesía fallecía un 20 de Junio junto a tres acompañantes: un soldado amigo, el hermano de Dolores y su hijita Manuela de tan sólo un año. Murió en la más grande pobreza. Su único capital fue un viejo reloj. Cuando su cuerpo fue exhumado, los ministros Joaquín V. González y el Coronel Riccieri le robaron sus dientes. Tras una denuncia de un periodista del diario La Prensa, el bochorno fue público y los políticos debieron devolver la dentadura.
Manuel Belgrano fue un ser intachable y un verdadero hombre de bien. Un ser demasiado correcto para su época o, quizás, para el medio en el cual se manejaba. De finos modales y lealtad incondicional, supo darlo todo por la patria y así abrir el corazón grandilocuentemente a la mujer que amó. No supo encontrar manera más acertada que llegar a Dolores a través del matrimonio porque su condición viril le exigía blanquear los sentimientos, y aunque muchos pusieron en tela de juicio su sexualidad, este hombre (como pocos) supo ser más hombre que cualquier otro soldado mediocre de la época.
En un mundo de adúlteros, desleales y traicioneros, ningún soldado hubiera luchado con tanta vocación por la patria, y ningún hombre se hubiera jugado por el amor hacia la mujer amada como lo hizo Manuel Belgrano González Cáceres, un hombre con todas las letras.
* Agradecimientos al Profesor Martín A. Cagliani y a la artista plástica, Señora Ida De Vincenzo, por prestarnos su obra Homenaje a Manuel Belgrano para pincelar nuestro editorial de hoy, en el día de la Patria.