Facebook tiene un fin de año un tanto movido. Muchos son los usuarios que alzan la voz en contra de los caprichos de un algoritmo que pocos entienden. Se sienten manipulados por la información sesgada, magnificada y subjetiva que esta red social proporciona. Normal, cuando nuestro muro se ve bombardeado cada día por un contenido que se supone “personalizado” y que poco tiene que ver con nuestros gustos.

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Pero Facebook no se conforma con filtrar el contenido, sino que lo censura. Algunas publicaciones se quedan sistemáticamente en el banquillo. Frente a esas acusaciones, más le valdría a Facebook reaccionar rápido si no quiere perder su credibilidad, precisamente ahora que pretende hacerse un hueco en el jugoso mercado de las ofertas de empleo. Un sector donde la objetividad no tendría que ser una opción facultativa.