Julio Cortázar , enamorado de su patria, ese Buenos Aires que nunca escapó de su piel, fue ese Buenos Aires que él creyó tal vez olvidado, más no fue así. Fue asì, cuando caminando por Corrientes o Florida parado frente a una librería sus libros le devolveron la imagen entre el humo de su cigarrillo y cuando los que pasaban lo reconocieron, o tan sòlo aese que saludaban de lejos, ante un “Chau Julio!!”
Así, sus “Cronopios” floreceron desde todos los rincones para hacerle saber que nunca èl sería olvidado, aunque su domicilio se escriba en francés.
Hoy en el Cementerio de Montparnast todos sus admiradores, por supuesto los que habitan en Europa, se acercan con un papel, una flor o los boletos del subte, que utilizan para llegar hasta allí. También están sus ompatriotas allá lejos.
Aquí es su casa libre y recordándolo como él hubiera querido, con las puertas abiertas para recibirlo, jugando a la rayuela en Parque Centenario o en un café con los puchos sobre la mesa para marearnos con sus letras, como haciendo magia.
Como si treinta años no fueran nada!
Foto: Internet
Azucena Cerundolo
Video extraìdo de Youtube. Entrevista a Cortàzar dodne habla sobre “Cronopios”