Por Mercedes Giangrande. Borrar imágenes: si nos quedamos en ese lugar, el cual nos provoca congoja, tristeza, angustia no saldremos del mismo. Negándonos la posibilidad de ayudar a quien nos necesita. Con una palabra o tan sólo con nuestra compañía conservando el silencio. Que sienta que estamos tal vez le sirva de contención, hasta que decida acercarse en busca de ayuda.
No es simple ser indiferente ante una situación en que alguien allegado a nosotros debe atravesar con dolor, sin poderla manejar. De hecho aunque no somos profesionales en psicología, de querer colaborar debemos aceptar por complejo que nos resulte, que aquellas imágenes archivadas en nuestra mente deberán ser borradas.
El ideal es que el damnificado se acerque a un profesional, sin embargo nuestro intento de acercarnos se asemeja a primeros auxilios, no es saludable dejar de lado a un ser que lo está pasando mal.
Un abrazo, una mirada pueden llegar a correrlo de ese estado paralizante, lo sacan de contexto. Teniendo en cuenta que nosotros no debemos confeccionar un álbum en donde depositamos las imágenes recibidas. Ya que tampoco nos favorece, nos desborda.
Sumándole que debe llegar el momento en que manifiesten su propio duelo, el que no cuenta con un tiempo exacto de duración. Aun así los sanará preparándose para regresar a la sociedad y por qué no brindarse una nueva oportunidad dentro de la misma. En donde las imágenes sean agradables de visualizar.