Días atrás salí a la calle a tirar los residuos del día al contenedor de la cuadra, mientras me iba acercando al mismo, me sobresaltaba cada vez más. Creída que era producto de mi imaginación, ya que la misma vuela a diario, visualizaba una persona dentro del mismo.
Me dije «Está oscuro, no ves bien, anda al oculista…», Lamentablemente nada de esto fue necesario, dado que era real: un señor se encontraba dentro del mismo con una prolijidad inigualable. He visto diferentes situaciones en las calles de mi barrio, no obstante esta fue una triste realidad.
Me paralicé sin saber qué hacer, no podía arrojar mi bolsa era una falta de respeto. Nos miramos, el señor me pidió disculpas las que yo le reiteré. La imagen se transformó en un recuerdo imborrable, ya que cada vez que me acerco al contenedor o paso por otro, se acerca a mi mente aquella foto la que no fue en papel por el contrario fue hablada.
¿Cómo olvidarse de esta vivencia? Por qué un ser humano tiene que pasar por algo tan desagradable, tendrán miles de conjeturas para hacerse, no obstante no existe ¿quién se ocupe de observar estos casos?
Pluralizo dado que estoy convencida de que no es el único, la sociedad entera ha visto, no pudiéndolo negar, personas hurgueteando entre lo desagradable que resultan los residuos, con la finalidad de llevar algo a sus casas para comer, alimentarse tal vez.
Mencioné prolijidad dado que el contenedor quedò ordenado como si fuese una alacena o por qué no una heladera rebalsada de alimentos, qué ironía.
Mercedes Giagrande