Agua considerada como un elemento maravilloso que renueva la tierra como así también la mejora. Dado que es pura la fortifica, brindándole todo aquello que pueda carecer. Dicho así suena alentador y por qué no beneficioso. No obstante observamos a nuestro alrededor que el gran fenómeno, el cual tanto alabamos arrasó con las viviendas de modo masivo, dejando a sus ocupantes sin pertenencia alguna. Despojados de todo aquello que no es la primera vez que pierden.
¿Y ahora qué? “Volver a empezar” como el mágico tema musical, lamentablemente en este caso tan sólo visualizamos una lluvia imponente, la que dicho demodo metafórico: es una gigantesca cortina de agua, la que se adueñó del entorno manifestando una realidad angustiante. Acuden bomberos, vecinos, periodistas quienes se acercan a dar una mano o por qué no las dos. Mientras los damnificados temerosos de dejar lo poco que les queda no paran de lamentarse, sin tener idea de cómo se van a recuperar.
Más allá de que somos un pueblo solidario, colaborando con todo aquello que podamos, cómo ambientar las casas con el fin de ser habitadas dignamente con el calor que sus ocupantes se merecen. El frío provocado por el exceso de tamaña humedad no desaparece de inmediato.
Cuando llegará el gran día que se realicen las obras adecuadas para concluir con la denominada “emergencia hídrica”.
Mercedes Giangrande













