Vivimos encadenados escuchando las novedades que la cúpula determina, imposiciones que debemos aceptar estando o no de acuerdo. Dado que si bien es cierto que jamás nos consultan, las medidas son cada vez más estrictas, como así también resultan violentas al escucharlas. Teniendo en cuenta que no nos permiten avanzar.
Ante el hecho inminente de que concluyen el mandato, imponen nuevas normas con la posibilidad de controlar desde algún lugar a los nuevos mandatarios. Ya que aunque manifiesten lo contrario, no desean partir de ese mundo del cual se sienten dueños.
Mientras que nosotros vivimos pendientes, tal vez no todos, de que llegue el día de cobro, para distribuir nuestro sueldo hasta donde nos alcance. Aun así no logramos respirar más distendidos, dado que la cifra que recibimos no es suficiente.
No obstante un grupo minoritario integrante de la mismísima sociedad no transitan por dificultades económicas. Como otro sector totalmente opuesto, no cuenta con un trabajo o actividad laboral padeciendo hambre. Situación gravísima por cierto.
Quedando la denominada clase media la que ya no existe, que luchamos contra los números como batalla campal, a sabiendas de que por el momento lamentablemente no saldremos vencedores. Siendo que nos interesa tener nuestros compromisos al día, a los integrantes de la cúpula: ¿Les importa?
Nos sentimos encadenados no solo por escuchar tantas cadenas, sino también por la situación que nos llevan a vivir o dicho más claro a sobrevivir.
Mercedes Giangrande













