Se camina mucho pero se compra poco, y así el día transcurre mientras el sol radiante invita a pasear pero los argentinos miran, preguntas precios y, al final, deciden seguir caminando.
Sin dinero en Buenos Aires es como vivir un mundo de desperdicio porque la Ciudad está para disfrutarla, no para desearla.
Imaginen un sitio turístico , sólo preparado para unos pocos, donde los costos están dolarizados y la plata no alcanza porque todo se cobra en pesos argentinos.
Sin embargo, en Palermo, precisamente en la vuelta de placita Julio Cortázar, hay mucho por ver y desear pero todo está muy caro. No obstante, las mesas de los bares se ocupan pero no en su totalidad. Quizás, aquellos cafés que ofrecen buenas promociones, tienen la suerte de ser visitados por algunos comensales. Otros, sólo cuentan con el vacío de su interior.
Es imposible no quedarse con las ganas pero, en los últimos meses, las ventas de alimentos disminuyeron un 11,8% anual en agosto, a precios constantes y acumulan una baja de 20,5% en los primeros ocho meses del año, frente al mismo periodo de 2023. Fue un mes difícil para el comercio que en los grandes centros de consumo debió competir con ofertas muy agresivas lanzadas por las principales cadenas de hipermercados, que se deshicieron de stocks con prontas fechas de vencimiento.
Los negocios sondeados manifiestan que para atraer ventas se mantienen precios y se incorporan marcas más económicas. Los consumidores prescinden de productos como snacks, quesos especiales, bebidas de marcas, comidas elaboradas, y se vuelcan a comprar alimentos más accesibles.
Aún así, y más allá de los datos duros, caminamos por adentro de la feria y conversamos con algunos vendedores, quienes nos comentaron que tampoco es garantía que los turistas extranjeros que pasan, compren sus productos. “Ellos preguntan todo y sacan conclusiones dónde está más barato y, sin existe un centavo de exceso en sus compran, automáticamente, abortan el negocio” , comenta José, un feriante del lugar.
Asimismo, se manifiesta que el consumo baja cada vez más en medio de la recesión y es por ello que el Gobierno proyecta que no habrá ni un asomo de recuperación, pues se espera una baja de 6,6% para este año. La situación traspasa todas las actividades, desde los gastos indispensables hasta los “gustitos” como ir la cine o comer afuera de casa.
“La situación es mucho más que desesperante”, agrega Susana quien vende souvenirs en un comercio aledaño. “Nosotros tenemos muchos gastos, alquiler, reposición de mercadería y la perseverancia de estar una cantidad de horas, a veces, sin vender nada”.
“Lo peor de todo viene cuando un cliente pide un cafecito y, con ese pocillo, pasa toda la tarde y, si solicita una cerveza, puede quedarse más tiempo en el bar, pero a costa que utilice una mesa casi hasta la noche. Antes se consumía mucho más. Sin ir más lejos, el año pasado, una pareja podía tomar una cerveza entera entre dos o más, y un grupo de amigos, era una muy buena inversión para nosotros porque además comían. Hoy, se pregunta todo y se compra lo más barato”, explica un mozo que trabaja en unos de los bares que integran la rotonda de Placita Julio Cortázar.