Según sus dueños, la historia de este lugar nace allá por 1898 cuando abrió como almacén, venta de kerosene, fideos sueltos y despacho de bebidas a los inmigrantes que llegaron a principios de 1900. Más adelante, 1956, se convirtió en bar y tres años después fue el primer bar en pasar música. Jugar a las bochas y al sapo en el sótano y arriba a las cartas y al dominó era un clásico en una época en que la mayoría de los concurrentes eran hombres que trabajaban en el Correo Central y en el puerto.
Los nuevos propietarios, vecinos del lugar e hijos de alguno de los clientes habituales que se hicieron cargo, lo remodelaron y reabrieron con toda la intención de mantener la mística del lugar, los pisos son los originales a los que les agregaron alguna guarda haciendo juego para unificar los espacios remodelados. Para ello conservaron también aquellas viejas botellas de bebida que abarcan desde algún ron o gin de desteñida etiqueta, hasta gigantescas botellas de champagne marca Duc de Saint Remy fechadas en 1959.
Si bien se conservan algunos otros detalles del aquel viejo bar que se exhiben en las vitrinas, dejó de ser el “bodegón” para convertirse en un bar clásico, un espacio tradicional con mesas de madera y sigue siendo uno de los mejores bares céntricos para tomar un buen café. Abre a las 7 para el desayuno y cierra a la 1 de la madrugada.
Por eso, han puesto especial cuidado en mantener la calidad y la preparación del café, privilegiando la oferta de un buen menú ejecutivo al mediodía, mientras que por las noches la carta se maneja sólo como bar. Los habituales clientes siguen siendo ejecutivos, estudiantes, docentes y políticos. Tienen aire acondicionado, es área de WI-FI y los lunes y jueves a las 20 hs hay clases de milonga y luego se puede bailar. Como se podrán imaginar por la hora y el café, acababa de salir de Pilates y fui a leer el diario y a desayunar, todo un placer.
El nombre de “La buena medida” se refería a la medida de grapa o de bebida de la época. La misma era servida en copa mas grande que la habitual. Su ultimo dueño eran de origen Italiano Silvio Luise y su esposa Maria. Luego del fallecimiento de ellos continuó su hijo y nieto hasta su venta a los actuales dueños.
Para visitar este pintoresco bar, pueden acercarse hasta Av. Suárez 101, bario porteño de La Boca.