
Matías Profeta, quien realiza la Prensa en el Observatorio de Patrimonio y Políticas Urbanas, sigue luchando el patrimonio de la Ciudad y lo hace expresando de este modo. «Hace unos días les comentamos sobre nuestra iniciativa tendiente a proteger los «Buzones Porteños» y hablamos de nuestro Concurso fotográfico, hoy las noticias se refieren a la venta de buzones, aunque suene gracioso, tras varios días de seguimiento en los principales sitios de ventas On-Line, en el día de hoy encontramos a la venta un Buzón de Correo Argentino, algo que tristemente se da cierta frecuencia y que no es otra cosa que un hecho ilícito con responsabilidades tanto para el que vende como para el que compra.
Aunque suene increíble, cabe recordar que por este mismo sitio, se han vendido Adoquines, piezas de los Coches históricos de la línea A, «radiadores floreados» del teatro Colón y hasta una de las pocas partes sobrevivientes del Pabellón Argentino de 1889, y a pesar de la obvia ilegalidad, las denuncias en el sitio no dan resultado, por ello ante la posibilidad de que este Buzón sea vendido, «ofertamos» , con el fin de conocer la identidad del vendedor y poder realizar las acciones correspondientes, sin embargo el sitio nos brindará los datos recién cuando paguemos, cosa que obviamente no vamos a hacer ya que queremos a los Buzones en las esquinas siendo parte de nuestro paisaje urbano, interactuando con nosotros y en lo posible, cumpliendo su función.
Desde el Observatorio de Patrimonio y Políticas Urbanas, y a pesar de la escasa información conseguida, denunciaremos esta venta, e invitamos a todos a ser custodios de nuestro Patrimonio Cultural, porque si solo pensamos solo en este caso, de los mas de 1000 buzones que tuvo Buenos Aires hacia 1930, hoy quedan menos de 100, de los cuales una gran parte están vandalizados.
Buzones Porteños
Según datos de Correo Argentino y estimaciones propias, hoy quedan en la ciudad menos de 120 buzones del millar que supo tener Buenos Aires. accidentes de tránsito, renovación de veredas, mal estado, vandalismo y robos para posterior venta en sitios on line , han sido algunas de las causas que dejaron a la ciudad casi sin buzones.
Haciendo un poco de historia, fue Gervasio Antonio de Posadas, nieto del primer Director Supremo de las Provincias Unidas del Río de la Plata y segundo funcionario a cargo de la Dirección General de Correos, Postas y Caminos, quien en 1858 colocó los primeros seis buzones en Buenos Aires: eran de madera y estaban emplazados en las plazas Lorea, Miserere, Monserrat (que hoy no existe), Del Parque (actual Lavalle), Del Temple (actual Suipacha) y Paseo de Julio (actual avenida Leandro N. Alem). Más tarde fueron reemplazados por modelos metálicos y recién a fines del siglo XIX comenzaron a fabricarse en nuestro país, con el característico «sombrerito» de estilo inglés y pintados de rojo.
Consideramos que hay una razón que va más allá de lo meramente histórico y se adentra en el territorio de la identidad colectiva, porque los buzones son un hito. Nos ponen en contacto con la pregunta de algún niño y el poder contarle que durante mucho tiempo se escribían cartas, en papel. Son una marca de identidad que nos remite a ese intercambio epistolar y lo importante es poder ir caminando y verlos en la esquina, como todos los referentes patrimoniales que vemos en nuestros recorridos diarios. Su presencia no molesta y, en lugar de tener una pieza en un museo, podemos tenerla en su contexto e incluso utilizarlos. Porque antes de que la vida fuera un todo globalizado y que cada habitante pudiera comunicarse en simultáneo con cualquier rincón del mundo, las cartas eran los medios más preciados para recibir noticias y dar abrazos, y los buzones, los pacientes depositarios de sueños, desazones y esperanzas.»













