Que palabra tan importante, que complejo tomar esta decisión, amistad incondicional en donde se debe aprender a ser reservado con el tema que el otro nos relata, aun así con nosotros mismos. Mandato que debemos aceptar: “ser prudentes”.
Aprender, reconocer con quién compartir nuestros pensamientos como así también qué nos está sucediendo, inconsciencia de nuestra parte que por “ansiedad pura” nos desahogamos con la primer persona que se nos cruza.
Generalmente salimos a la búsqueda de amigos sin tener en cuenta que en primer lugar debemos amigarnos con nosotros. Tal vez suene raro el decir: “amigarnos con nosotros” no obstante a partir de allí lograremos establecer amistades.
Aprendizaje nada sencillo: ser nuestro propio amigo, implica realizar un estudio interno a conciencia, entender que estando de acuerdo con nuestro yo interior, aceptando nuestra soledad, el resto será posible de alcanzar.
Resulta agradable en mi caso disfrutar de una tarde junto a la computadora, libros, revistas de decoración, mate de por medio, sumándole algún tema de Franco De Vita de fondo, en donde mis ideas fluyen. Espacio perfecto en que me encuentro en el estado ideal, deleitándome con el ambiente que sin darme cuenta he creado.
Aceptemos ser nuestro mejor amigo, reencontrándonos con nuestra paz interior, en donde percibiremos que estamos seguros de cómo somos, de quién somos. A partir de este crecimiento, las relaciones llegarán junto con nuestra sabiduría luego del trabajo realizado, el que no es poco decir.
Contando ya con las herramientas necesarias estaremos en condiciones de saber en quién confiar, como así también a quién darle el significativo título de “amiga o amigo”.
Mercedes Giangrande