Por Mercedes Giangrande. El día 18 de mayo: día de la escarapela hecho al que evidentemente se le ha restado importancia, dado que no se ve por las calles personas que las porten. Coloreando las mismas con el orgullo merecido. Nos aproximamos al 25 de mayo, si nos detenemos a comparar los años: 1810 año en que se desarrollaron los episodios ya conocidos, desarrollados a lo largo de una semana candente, al actual 2016, notamos que transcurrieron doscientos seis años.
Lapso en donde nos enfrentamos con situaciones similares. Siendo la única variante el vestuario.
Más allá de toda ideología política no son notorios los cambios, podrá variar si utilizamos o no los paraguas, al aproximarse el mencionado día. Existiendo la posibilidad de que se nos hayan deteriorado a raíz de otros temporales.
Viene a colación el término temporal, dado que metafóricamente utilizado no logramos desprendernos del mismo.
Fatigados de tanto agobio, ya es hora de vivir dejando de lado el sobrevivir o subsistir.
Que nos permitan sentir satisfacción no solo por ser privilegiados por tener un trabajo, sino que este nos reditúe.
Obviamente quienes no cuentan con tal posibilidad laboral merecen un capítulo aparte.