Cuando los aires de independencia comienzan a estar presentes en la vida diaria es momento de observar las posibilidades que existen para emprender el cambio. Si de mudarse solo se trata, los jóvenes hoy en día se encuentran con algunas dificultades como por ejemplo, el precio de los alquileres en relación a su remuneración salarial.
Hay quienes buscan más espacio, quienes debieron mudarse para estudiar fuera de su ciudad de origen o quienes desean cambiar su lugar de residencia. En cualquiera de los casos mudarse con un amigo o una amiga aparece como una opción atractiva por la posibilidad de afrontar los gastos de manera compartida y, al mismo tiempo, tener una experiencia de independencia después de haber convivido con su familia. Solo un 17% de los jóvenes encuestados de entre 18 y 30 años conviven con amigos. A su vez, el 83% asegura que quiere vivir solo alguna vez, el 6% opina que no y el 11% restante indica que podría ser una opción.
Por otro lado, del total de argentinos encuestados solo un 9% convive con un amigo y un 33% lo evalúa como una opción. Las razones a la hora de dudar sobre este tipo de convivencia son varias. En primer lugar, un 44% de los encuestados prefiere vivir solo y un 36% con su pareja. En menor medida otros temas de preocupación son los posibles conflictos que pueden perjudicar el vínculo (23%), tener un tipo de vida y horarios distintos (12%) , la convivencia en sí misma (5%) y otros motivos (13%).
En el caso de los inquilinos es posible observar una mayor cantidad de personas que conviven con amigos en relación a lo que sucede con los propietarios. Mientras que un 13% de las personas que alquilan viven con amigos, en el caso de quienes son dueños de una propiedad solo es un 6%. Sin embargo, el 57% de los propietarios considera mudarse con algún vínculo de amistad.
En el extranjero es común tener un roomie o roomate, es decir, un compañero de cuarto o piso. Para su elección muchas veces se hacen una serie de listas para ver con qué candidato se matchea más. Incluso, muchas series y películas muestran este particular proceso donde participan, en general, desconocidos.
En Argentina esta tendencia no está instalada, de hecho, la encuesta que realizamos revela que los jóvenes que respondieron prefieren convivir en su mayoría con una persona conocida (69%), un 29% asegura que su elección dependerá de la situación y solo un 2% viviría con un desconocido. Lo cierto es que la práctica de convivencia con desconocidos se produce generalmente durante viajes o estadías largas donde uno no tiene personas allegadas.
El gran salto a la independencia: en primera persona
Belén es estudiante de Comunicación Social, desde hace 2 meses vive con una amiga de la infancia y antes ambas vivían con sus familiares. Hace 5 años vino a la gran ciudad y actualmente alquila con su amiga un departamento de tres ambientes.
La elección del conviviente es un elemento clave y en ese punto las opiniones están divididas: un 52% de los usuarios asegura que vivir con un amigo puede arruinar la relación, mientras que un 48% considera lo contrario. En el caso de Belén, su vínculo desde la infancia hizo que esta inquietud no existiera, pero reflexiona que sí lo dudaría en caso de ser una pareja o una persona desconocida. “Es una linda compañía, no es que la relación se tensó o se descuidó, incluso mejoró y se profundizó, compartimos muchas más cosas, cuando alguna se va por algunos días nos mandamos mensajes por whatsapp para ponernos al tanto o si necesitamos hablar”, detalla.
Camila tiene 21 años, estudia Ciencia Política, es de General Pico, La Pampa y vive en Capital Federal con una amiga, también en un departamento de tres ambientes. “Sabíamos que cuando termináramos el secundario teníamos que elegir qué estudiar y a dónde irnos a estudiar”, puntualiza y cuenta que durante los últimos años del colegio secundario hablaron de cómo sería vivir juntas la experiencia de mudarse a la gran ciudad.
Las reglas son la base de la convivencia compartida, la división de tareas del hogar, acostumbrarse a las manías y costumbres del otro, organizar las comidas. Los encuestados analizan que las principales cuestiones a la hora de mudarse con un amigo o amiga son: definir pautas de convivencia y además, tener confianza y buena comunicación. “Somos bastante ordenadas y todo lo que usamos tratamos de dejarlo limpio y en su lugar, como estaba antes. Igualmente tenemos el domingo como día fijo de limpieza general”, cuenta Belén. Por su parte, Camila coincide en la existencia del día para la limpieza general y comenta: “La verdad es que nunca pusimos muchos “puntos” es como que hay normas básicas establecidas, como por ejemplo que la cocina no lava, o viceversa”.
Dentro de los beneficios se destaca como principal el económico. En general, dividen los gastos en partes iguales y esto hace más ameno el proceso de mudanza y vida cotidiana. Belén destaca como ventajas: “la tranquilidad de la misma por el vínculo que tengo con mi amiga, la informalidad – en el buen sentido, me refiero a lo llevadero y relajado-, lo divertido y la compañía cálida e incondicional, además del respeto y la responsabilidad”. Por su parte, Camila reflexiona sobre cómo vivió el cambio de vivir en una ciudad como Buenos Aires y cuanto le sirvió vivirlo acompañada. A su vez, agrega: “Somos dos mujeres, siempre hay una sensación de tranquilidad de saber que alguien te está esperando, o que a la menor duda de no saber dónde andas te mande un mensaje, te sentís protegida aunque sea en esos detalles”.
Ambas coinciden en que afrontar así la primera independencia ayudó a crecer en muchos aspectos. Belén resalta: “Me ayudó a ser mucho más atenta con otras cosas que antes no le prestaba atención al convivir con familia que lo resolvía todo por su cuenta y yo no participaba tanto, del pago de cuentas, por ejemplo”.
Vivir con amigos no es para cualquiera, pero es una alternativa divertida, interesante y hasta una aventura para quienes tienen el anhelo de mudarse de la casa familiar.