«Esas callecitas de Bueno Aires tienen un no sé qué … » Frase que ya han leído en mis artículos, los cambios positivos que van en mejora de nuestra ciudad me resultan magníficos. Como la presencia de los contenedores para arrojar los residuos. Tan sólo considero que deberían tomar las precauciones necesarias para su instalación.
Si se define que el mismo se instale en la vereda, que se realice en su sólo paso, entiendo que son pesados de trasladar, he visto hombres en la calle intentándolo sin resultado alguno, no obstante no es justo que se lo traslade de un frente de edificio nuevo y de los más coqueto a otro de fachada humilde.
Dejando el contenedor en la calle sujeto con cintas plásticas a unos diminutos arbolitos corriendo riesgos impensados, lamentablemente una de estas noches salí a arrojar los residuos de mi casa, el sistema del mismo no funcionó.
Intenté abrir el contenedor con el pedal, tarea que no llevé a cabo, abrí el mismo desde la manija era como introducirme a tal espacio del que obviamente no se percibía el mejor de los perfumes, en medio de tal odisea de arrojar los residuos donde corresponde, me caí estrenando las maravillosas vallas amarillas espacio en donde se debe encastrar dicho aparato.
Técnica errónea dado que el mismo estaba sujeto a cuarenta y cinco grados restándole movilidad. No considero necesario realizar un curso para utilizarlos dado que cuando fue colocado en la misma cuadra del modo correcto no sufrí ningún percance.
Son detalles a tener en cuenta, hecho que me sucedió en el barrio de Palermo el 13 de agosto del corriente. Estoy a favor de todo aquello que muestre a nuestros barrios limpios, siendo un tema tan delicado el de los residuos. Los que provocan enfermedades, intoxicaciones, infecciones, como así también colaboran con las lluvias acrecentando las inundaciones cuando se realizan paros sorpresivos por largos días. Aún así se debe ser más cuidadoso con la existencia de los mismos.
Mercedes Giangrande