“Temporal” ya nada nos asombra que nos ofrezca nuestro clima, fuertes vientos que arrasan con todo aquello que se les cruza, no pudiendo manejar tal dimensión. Dejan secuelas de gran magnitud. Se asemeja a la situación por la que debemos atravesar en el momento de realizar las compras de alimentarnos, situación que nos deja estresados, dado que tampoco podemos manejarla. Es un aluvión de precios que aumentan día a día.
El fenómeno meteorológico transforma el día en noche, la oscuridad se hace presente sin darnos tiempo a nada. Realidad que vivimos a diario en que el tiempo que deseamos nos permita vivirlo con tranquilidad se convierte en hostil.
Revuelo, rapidez con quienes padecen la tormenta corren sin tener en claro qué hacer, revolución que transita por nuestra mente, sin tener en claro cómo afrontar los obstáculos económicos que se nos presentan.
Naturaleza, medio ambiente que nos brinda placer con su belleza, con sus días soleados, vegetaciones que embellecen el paisaje o cierto temor cuando se transfigura en un fenómeno compuesto por relámpagos o tormentas eléctricas. Dejándonos igual nostalgia por los estragos que circulan en nuestro país.
Nos resulta anormal ser partícipes de escenarios tan violentos los que van de la mano, si nos referimos al gran cambio que ha sufrido el país en cuanto a temperaturas, no interesando si estamos en verano o en invierno. La misma violencia que está en primera plana, que ocupa un lugar importante, la que ya no se debe justificar, si es por falta de educación, de trabajo, o por padecer una enfermedad psicológica.
Los tornados lamentablemente no los podemos evitar, no obstante la rebelión que nos hacen sentir debido a los impulsivos cambios de precios en la nafta, a partir de ella nada queda en pie, incrementan comestibles, transportes, colegios, útiles escolares, obras sociales, medicamentos, vestimenta y todo lo necesario para subsistir “se debe mejorar”.
Mercedes Giangrande