Por Ana Leguísamo Rameau. «En el verano, pueden darse una vuelta por Puerto Madero» dice un guía de turismo que ha reunido unas quince personas, con las cuales les explica las delicias del barrio. Allí, caminando y explicando entre los diques del bello barrio, el agua y la tranquilidad de la zona, invitan al culto sendero de la enseñanza mientras un exquisito aroma convida a almorzar en algún restaurante cerca del estero.
La secuencia es tentadora de todo punto de vista porque Puerto Madero es uno de esos lugares totalmente seductores. Sus esquinas, sus veredas y hasta su olor forman parte de un atractivo irresistible.
«Si tuviera dinero, me vendría a vivir aquí» dice un porteño embelesado con el lago y sus botes.
«Vivir en Madero es como estar siempre de vacaciones o es como ir a un balneario pequeño donde uno se puede tomar un catamarán y listo»
Todos opinan y ningún comentario es negativo porque los integrantes de la visita guiada se entregan a la paz total de ese repiquetear del agua, que induce al olvido de cualquier situación conflictiva y personal.
Un barrio así es todo un remanso en medio de la locura porque a la crisis y a los piquetes se los traga el sosiego de esa naturaleza artificial de los años ´90.
Hoy Puerto Madero sigue en desarrollo
«Puerto Madero es un oasis dentro de Buenos Aires. Un barrio jóven -uno de los más nuevos de la Ciudad- pero ligado a los orígenes portuarios. Es el barrio con más espacios verdes de la Ciudad de Buenos Aires, lo que lo convierte en un gran pulmón verde donde conviven plazas, parques y la Reserva Ecológica Costanera Sur. Puerto Madero rinde un gran homenaje a mujeres que dejaron su huella en la historia de Argentina y Latinoamérica, representadas en sus calles, parques y atractivos.» explica el portal del Gobierno de la Ciudad.