Por Mercedes Giangrande. ¿Cuándo concluye esta trágica historia? Día tras día nos enteramos de un nuevo secuestro, de la desaparición de una niña, adolescente o mujer. Por qué no sumarles a los hombres de los que podemos destacar empresarios, personal relacionado con el gobierno, señores que trabajan para mantener a sus familias como así también muchachitos y niños.

Las consecuencias son graves, más allá de la infinidad de búsquedas las que generalmente fracasan. Transformándose en víctimas en manos de vehementes que circulan con total impunidad.
Sin poder saber de nuestra parte, tan solo desarrollando nuestra imaginación, el grado de sufrimiento como así también dolor, que estos seres quienes encabezan una lista innumerable han padecido.
Obviamente que a través de las autopsias, estas dan un indicio del modo que han sido torturados, incluyendo el salvajismo por el que atravesaron. El estar al tanto de tamaño horror no nos soluciona nada, tan solo lo menciono para que los desaforados que dedican su vida a realizar semejante espanto, pasen por igual situación.
Se realizan marchas en donde se sufre, los llantos nos envuelven, desbordándonos la impotencia, por lo tanto ¿cuál es la solución? Mayor cantidad de personal dedicado al cuidado de la población, el estar atentos ante cualquier hecho que nos provoque desconfianza.
Encerrarnos dentro de nuestras viviendas, como ya lo mencioné en otra ocasión, sin tener derecho a desarrollar nuestras tareas habituales. No trabajar, no estudiar, no avanzar, no a la nada misma.