Espacio Pla junto al Pabellón de las Bellas Artes de la UCA invitan a recorrer la muestra Signar la complejidad, con la curaduría de Merlina Rañi, que se inauguró el viernes 4 de junio, en formato digital y que podrá recorrerse online a partir de ese día ingresando al sitio web del Pabellón.
Signar la Complejidad es una exposición que reúne la obra de Diego Alberti, Elisa Balmaceda y Renee Carmichael.
En esta ocasión, la interfaz se propone desde un diagrama conceptual en el cual las piezas expuestas se sitúan según su afinidad con los ejes, que ofrecen distintos recorridos. Desde la organización del recorrido en un diagrama gráfico, hasta las temáticas y el contenido de las piezas, se trata al tema de la complejidad como perspectiva y como paradigma de la actualidad.
Es así como a través de las diferentes piezas se plantea una agenda en la que cada artista presenta sus inquietudes, pero también formas de afrontar y abarcar la complejidad que estas presentan, estrategias que desde el pensamiento artístico, intentan un acercamiento personal y significante sobre cuestiones que superan la escala humana.
Temas como la energía, la abstracción financiera, la pandemia, el colonialismo y la globalización o el código informático, componen el núcleo duro de esta propuesta, a través de obras que vinculan el conocimiento técnico con la interpretación sensible.
Disponible hasta el viernes 4 de junio hasta agosto 2021
Link para ingresar a la muestra virtual
La obra de Diego Alberti consiste en un sistema de tres obras en torno a la pandemia, como tema que atravesó diferentes esferas de la experiencia. En un ejercicio pensado desde la tríada, se presentan tres órdenes dentro del mismo tema, en representación de las diferentes perspectivas: DATA / MOOD / SELF.
En cada una de estas perspectivas se presenta un ejercicio formal, que propone una interpretación estética a partir del cruce de datos específicos (información concreta y estructurada), con fuentes de aleatoriedad informática tomadas de la computadora personal de cada usuario y de un servidor de true random (verdadera aleatoriedad). Es así como el factor de aleatoriedad entra en la obra como un eje estructurante del discurso, así como el carácter procesual e inédito de las piezas.
Cada vez que se abre una de las piezas, se ejecuta un proceso que dura indefinidamente en el tiempo, y que además es, a fines prácticos, único e irrepetible, gracias a las fuentes de aleatoriedad implementadas en la obra. Tanto el algoritmo que articula los datos, como sus resultados visuales componen el cuerpo de la obra.
En un recorrido que cruza casos de distintas partes del mundo, enfoques culturales y contextos geopolíticos, las piezas presentadas revelan problemáticas comunes, vinculadas mediante una estructura invisible por su escala planetaria, pero muy concreta.
Un sol artificial con una radiación equivalente a 10.000 soles —situado en las cercanías de la mayor reserva de carbón europea— con el que se realizan experimentos e investigaciones sobre el futuro de la energía, se conecta desde un vínculo formal con el concepto de Taypi: un rezo de la cultura aymara que designa a la tierra como punto de encuentro de las fuerzas positivas y negativas del universo, a partir del cual se produce el despliegue y distribución del conocimiento y la energía.
El trabajo formal, que recopila distintos símbolos y signos (desde patrones andinos a símbolos eléctricos), funciona como un puente entre perspectivas cosmogónicas, donde la tensión máxima se presenta en la figura del cuadrado negro. Así como las caminatas resultan un eje fundamental de la práctica artística, desde que permite abarcar los fenómenos tratados en la escala de la experiencia personal.
My feeling of the blockchain is… es una danza en cinco piezas, que dialoga y reflexiona sobre la lógica del blockchain, con la intención de encontrar una forma de abarcar este concepto técnico y funcional de una forma sensible.
Cuatro de sus piezas son movimientos corporales basados en el número de dificultad de sus operaciones en la cadena de bloques, provenientes de transacciones o de la generación de NFTs (Non Fungible Token) sobre su propia obra.
A través de las cinco piezas se desarrolla una reflexión sobre cuál es el lugar del cuerpo en la abstracción financiera e informática propia de la tecnología del blockchain, cuyo eje performativo está dado en la descentralización de la información. Este tema que escaló abruptamente durante el 2020, y es motivo de debates polémicos, implica la introducción de lo financiero como productor de sentido en esferas sociales, con las que antes se relacionaba de una forma menos explícita. En la obra, el fenómeno se pone en relieve para procesarlo desde el cuerpo y en la perspectiva del sentir.