¿Quién no tuvo en en la pantalla de su casa algún programa de Mauro Viale mientras las noticias se desarrollaban en vivo y en directo? Mauro era ese hombre que vino a romper con la grieta de la TV cuando, a base de invitaciones, en su espacio, desfilaban las más diversas personalidades de todos los partidos políticos.
En su producción, pasaron todos los presidentes a lo largo de su larga trayectoria y fue un verdadero icono del periodismo porque, aunque su patrón se basaba en la vieja usanza de la prensa, sus programas fueron semilleros de grandes profesionales que él mismo ayudó y supo darles un lugar para su manifestación.
Era un fanático de su profesión, sin embargo, un paro cardíaco terminó imprevistamente ayer domingo por la noche con su vida entusiasta.
Su verdadero nombre era Mauricio Goldfarb, y lo había acortado como Viale, para que sea una más fácil pronunciación.
De este modo, Mauro, se encontraba en el porteño Sanatorio Los Arcos y había recibido la primera dosis de la vacuna Sinopharm el último jueves. Cuando se anunció su deceso, automáticamente, en el portal de Wikipedia, ya estaba sentenciada su fecha de muerte, como si hubiera previsto irse antes de la cuenta pero, pese a detectársele una neumonía bilateral y haber permanecido en la sala de terapia intensiva durante el sábado, esa tarde había sido devuelto a una sala común aunque sus pulmones seguían comprometidos.
Es importante destacar que, Mauro Viale debutó en el periodismo deportivo en 1967, por Rivadavia y en el equipo de José María Muñoz. En los 80 hizo dupla con Enrique Macaya Márquez. En 1974 fue uno de los enviados especiales al Mundial de Alemania por el viejo Canal 11, hoy Telefé. Ya en Canal 7, que con la proximidad de la Copa del Mundo de Argentina se convirtió en Argentina Televisora Color (ATC), transmitió los Mundiales de 1978, 1982 y 1986. Comenzaba cada transmisión con un latiguillo: ‘Quién mueve’.
Mauro fue un periodista objetivo, el cual en esta triste época de pandemia, enseñó a su público que respetar el protocolo a «rajatabla» es lo mejor para combatir el coronavirus. Lo hizo, mientras otros medios arengaban la inconciencia de lo contrario, o más bien, mientras otros medios, subestimaban y ponían en tela de juicio la poca eficacia de la vacunas. Claro, si bien, él debió haberse quedado en su casa no lo hizo porque su pasión por el trabajo le ordenaba que debía seguir informando a pesar de todo. Y así fue que Mauro, murió de pie.