Por Mercedes Giangrande. Es magnífico programar un viaje en las que se ponen tantas ilusiones como así también planes a desarrollar. Teniendo en cuenta que se debe de ahorrar una suma de dinero para que el mismo se concrete. Como es de saber llega el día que el viaje se lleva a cabo. En donde los pasajeros desbordan de alegría, emoción, sumándole los deseos de comenzar la experiencia. Al estar todos ubicados se cierran las puertas del micro, comenzando a funcionar. Quienes lo contrataron: presuponen que la unidad asignada para dicho evento está en condiciones de salir adelante como así también el chofer conducir de modo adecuado.
No siempre se cumplen estas medidas reglamentarias es así como se producen los accidentes. Quedando las personas que iban en su interior sin vida o en estado desesperante. A partir de tal instante no existe solución alguna, llegando el final de los mencionados individuos. Transformándose la alegría en una tristeza inmanejable.
Lamentándonos y más aún que con los lamentos no se modifica nada, los seres sin vida no resucitan sumándole que sus familiares se irán junto a ellos. Transitando por la vida como seres transparentes casi invisibles. Como es de saber el dolor no se mide siendo difícil de sobrellevar.
Conclusión: empresarios y todo el grupo de empleados que ellos tienen a su cargo, cada uno en su función, cumplan con los exámenes reglamentarios desde psicológicos hasta físicos para contar con la responsabilidad que deben de adquirir. Sin dejar de examinar las unidades con las que saldrán a la ruta. Dándolas de baja de ser necesario.
Pongamos fin al pasado irremediable e inolvidable, iniciando una temporada invernal más aun con el receso invernal escolar que se inicia, de manera impecable.