Por Mercedes Giangrande. Hay momentos en la vida en que deseamos desaparecer, más allá de cuanta filosofía de vida como así también terapias alternativas o psicólogos por los que hayamos transitado, la situación nos supera.Perdiendo la objetividad, prevaleciendo la angustia, la sensibilidad. Deseando saber por qué motivo la persona que tenemos enfrente reacciona de tal modo. Quienes a la vez presuponen que actuamos con maldad, ironía y por qué no hipocresía.

En donde el diálogo se oculta recibiendo tan solo estigmas de la otra parte, desconociendo el motivo. Siempre se dice que el hilo se corta por lo más fino, nos encontramos involucrados en medio de situaciones que en realidad ignoramos.
Deseamos escapar del medio a sabiendas de que tal hecho no conduce a nada. No obstante qué hacer cuando intentamos hablar, esclarecer reiteradas veces, recibiendo del otro lado tan solo reproches. Los que analizamos para poder trabajarlo, despojándonos de tanto dolor.
Dirán la vida continua, es cierto mientras tanto solo nos resta transitar el dolor. Refugiándonos en algúnlugar dentro nuestro que nos permita respirar.