Por Mercedes Giangrande. Entendiendo que, de acuerdo a la religión que cada uno adopte, se sentirá protegido por la misma. Aún a quienes dicen no ser creyentes. Con qué reemplazaremos aquellos que lucimos las dos escarapelas, dado que aunque suena básico la cinta roja ya no surge efecto.
Portamos una bolsa gigante de ambiciones más ilusiones, las que deseamos con ansiedad se cumplan. A esta altura de los acontecimientos no nos conformamos con que se materialicen algunas. Deseamos que se cumplan todas.
En cuanto a lo emocional depende de nosotros, aceptando que no podemos agradarle a todos. En cuanto a lo económico más allá de restringirnos al máximo, ya no corre por nuestra cuenta. Se llega a un punto que no se encuentra la forma de estar al día.
Al punto de decidir eliminar productos alimenticios como así también medicinas, dentro de estas les damos prioridad a las que más nos urge. Es decir a la enfermedad o dolencia que nos puede afectar en demasía.
Mientras tanto nuestra gran bolsa ¿dónde quedó? Se transformó en reciclable, como las que compramos en el supermercado, al olvidarnos de llevar la nuestra. Si es por reciclar ya no sabemos ¿qué más hacer? Nuestro cerebro se reciclará de tanto pensar.