Por Mercedes Giangrande. Setiembre mes de la primavera, nada que no sepan estoy diciendo, en donde todo se imagina soleado, luminoso como así también floreado. A pocos días del comienzo de la estación mencionada, se desató una tormenta compuesta por lluvias, frío sumándole ráfagas de viento. Las que cometieron sin ser voluntad de la naturaleza, destrozos por doquier.

Inesperado por cierto, dado que no estamos acostumbrados a ellos, dado que los tres fenómenos se complotan llevando a cabo un fenómeno aún más fuerte. Los damnificados se ven obligados a reparar las pérdidas recibidas.
Provocan no sólo daños materiales sumándole los daños inevitables a la salud. Todo hace en algún punto a nuestra capacidad monetaria, siendo obviamente inesperados. De la primavera ni noticias, el mal tiempo sigue haciéndose presente. Al que se le suma la economía del país, a la que le hacemos frente día a día.
Por momentos nos preguntamos ¿Para qué trabajamos? Suena un tanto ridículo cuando percibimos mil pesos de aumento, la realidad es que los insumos subieron a pesos cinco mil. Vuelvo al mismo punto de siempre: ¿Por qué no parar las cifras?
Ya pasamos por reiterados esfuerzos, a modo de castigo para que el país crezca. Sin embargo al margen de toda ideología política: Se preguntarán ¿Quiénes integran parte del mismo? Lectores: no cabe duda ¡somos nosotros! Quienes a la vez no resistimos más.
Gobernantes respetando vuestra capacidad sumándole vuestra inteligencia, no dejen de pensar en nosotros. Brindándonos una gota de paz como así también consideración. El país debe crecer es cierto, pero no tan solo con los sacrificios que realiza el pueblo. ¡¡¡Gracias!!!