Hay momentos en nuestras vidas en las que perdemos el rumbo, no tenemos idea de cómo continuar nuestro camino, nos alteramos en vez de detenernos a pensar cómo avanzar. Sentimos un desorden en nuestro interior desconociendo el por qué.
Nuestras ideas se mezclan al punto de confundirnos hasta que percibimos un mágico sonido que nos provoca el clic, clic que nos da la posibilidad de ingresar en ese mundo interior que nos pertenece comenzando la búsqueda para continuar nuestro recorrido.
Miramos a nuestro alrededor observando igual caos que nos perturba, se nos ocurre comenzar a ordenar nuestro cuarto en el que nos encontramos como así también darle un cambio, abrimos la puerta y sin darnos cuenta continuamos realizando igual tarea en el resto de los ambientes, con un toque diferente.
Transcurrido el día nos enfrentamos ante un mundo diferente, alegre con el estilo que nos identifica, con un espacio para recapacitar, otro para llevar a cabo nuestros hobbies, separando el espacio para nuestra computadora en donde desarrollamos los artículos que nos permiten expresar nuestras ideas.
Con una cocina en la que realizamos ricos platos, un cuarto de baño con cremas, colonias, necesarias luego de una re confortable ducha, un patiecito que cumple la función de lavadero sumándole las plantas que nos agradan: palmeras, ficus, palta, helechos, lazos de amor.
Sin olvidarnos del acogedor espacio del patio que lo transformamos en un ambiente más, adaptándole un techo transparente por donde ingresan los rayos del sol como así también sentimos la lluvia , provisto de un desayunador construido por nosotros, al que le sumamos una serie de estantes decorados con cactus más la infaltable biblioteca con los libros que nos acompañan
Allí iniciamos nuestro orden, se dice como es afuera es adentro y a la inversa como es adentro es afuera. Sin gran esfuerzo nuestro humor, nuestras ideas fueron cambiando, nuestros proyectos creciendo, retomando el camino que nos reconforta.
Mercedes Giangrande