Por Mercedes Giangrande. Increíblemente ya hemos transitado como así también compartido la Noche Buena, Navidad, Fin de Año, Año Nuevo, sumándole la mágica llegada de los Reyes Magos. Se nos avecinan Carnavales, fecha que encierra recuerdos maravillosos que seguramente todos hemos vivido. Cuando de pequeños jugamos con agua, pensamos en el famoso pomo sumándole las tradicionales bombitas de agua. Más la ilusión de cual disfraz emplearíamos, teniendo una gran variedad de ideas como así también como confeccionarlos.
Participando en comparsas, bailes, agregándole el detalle de una máscara, con el fin de no ser reconocidos de inmediato, manteniéndonos de incognito. En la actualidad no se percibe dicho entusiasmo.
No obstante podría asociar la idea de carnaval con la experiencia que vivimos en la actualidad. Dado que esta festividad al margen de su significado histórico, también se la asocia a una mezcla de objetos o a un bochinche interminable. ¿Por qué no a un disfraz? Expresándome de modo metafórico.
Podría mencionar: Aumento en la nafta, A B L, Expensas, Aysa, viajar en subte. Al mencionar el incremento de la nafta, nos queda claro que todos los productos, absolutamente todos está relacionado con la misma, incrementando sin perder tiempo alguno. Por tal motivo hago la comparación: vivimos en un carnaval.