Con días radiantes de sol y otros un tanto nublados, los bares y restaurantes de Palermo vivieron la presencia indiscutida de sus vecinos y turistas, quienes coparon la gran mayoría de los sitios gourmets. Sin embargo, no podemos dejar de mencionar que, en ciertos lugares, la distancia no fue tan respetada. Todavía quedan las secuelas de esa imprudencia que caracteriza a los que subestiman el contagio del Covid.
Foro de Baires dio una vuelta por el barrio, como ya es costumbre, registró algunas imágenes al respecto.
Fuimos a Amores Tintos, un bar ubicado en Cabrera y Pringles. Allí, Sofía, estudiante de abogacía y comensal del lugar nos explicó: “Es la primera vez que vengo. El lugar me gusta porque es ameno y me interesa porque la gente es tranquila y hay distancia entre las mesas. Por otro lado, Víctor nos dijo: “Esperemos que la gente respete el protocolo porque no estaría bueno tener que volver a encerrarnos como el año pasado”.
Luego, nos acercamos hasta Koi, situado en Lavalleja al 1500. Allí, hablamos con una pareja extranjera. Nos explicaron que son de Estados Unidos y están radicados hace tres años en la Argentina. Susan nos detalló: “Me encanta Buenos Aires y creo que han tomado buenas decisiones en la pandemia sobre el Covid-19. En Estados Unidos ha sido todo un desastre pero yo confío que con las vacunas y el respeto de los ciudadanos, todos volvamos a estar bien como antes”. En la misma mesa, Roger, su novio acotó: “Buenos Aires es maravilloso y lo amamos. Sus cafés y este barrio es nuestro lugar de pertenencia”.
A pocos metros, nos acercamos hasta el Bar El Desarmadero y hablamos con Tute: “No te voy a decir que a veces la gente se junta y ves un mozo que le dice que se alejen porque hay corta distancia, pero no hay tanta mala onda en la recepción de la gente. Digamos que se puede consensuar.” Tres mesas más atrás, una señora sonríe. Nos aproximamos: “Yo vivo en la zona y ese griterío y ruidos de las largas madrugadas de chicos bailando o de motores que arrancan y crean disturbio, ya no se escucha tanto. Tampoco las peleas. A las 2:00 ya están cerrando los boliches de la zona.”
Más allá, bajamos hasta la calle Honduras al 4100 y llegamos al Bar La Alacena y hallamos un número significativo de vecinos que esperaban comida que habían ordenado previamente. Alexis nos explicó: “No vengo al café, sólo ordenamos unas milanesas con mi esposa y las estamos esperando. Como el día está muy lindo, no pedimos delivery. Vengo y yo y listo”.