La castidad masculina consiste en encerrar tu pene en una jaula o dispositivo especialmente diseñado para evitar que tengas erecciones completas o que puedas usar tu pene para el sexo.
Cuando lo llevas puesto, no puedes masturbarte ni tener un orgasmo, y sólo lo puede retirar la persona que guarda la llave.
Leyendo esto pueden ser muchos los hombres que tiemblen de miedo, sin embargo, son muchos los que gimen de entusiasmo.
Estar “enjaulado” puede ser sumamente excitante y satisfactorio. Algunas personas dicen que la privación del orgasmo y la erección aumenta su apetito sexual y mejora la contración. También mejora la relación entre el dominante y el sumiso, ya que permite al amo/a castigar a su esclavo al negarle no sólo el sexo sino la capacidad de llegar al orgasmo, ejerciendo sobre él mayor control y humillación.
Obviamente este fetiche no es algo que se pueda tomar a la ligera. No sólo cambia la vida del “enjaulado” sino que implica una gran responsabilidad por parte de quien posee la llave. Aunque un poco de incomodidad es común entre aquellos hombres que encierran sus penes en cinturones de castidad, en casos más serios un dispositivo mal colocado puede causar graves daños y, en caso de que pase, el amo de la llave lo debe de retirar de inmediato.