Si bien las frutillas o fresas pueden ser una gran adición a una dieta saludable, uno debe tener mucho cuidado a la hora de consumirlas. Estas deliciosas frutas pueden tener hasta 20 tipos distintos de pesticidas.
Como ellas se comen con piel, es esencial limpiarlas muy bien antes de comerlas, para evitar consumir los químicos que se usan en su cultivo. Pasarlas por agua puede no ser suficiente, así que una mejor opción es desinfectarlas.
El periodista y ambientalista Facundo Viola explica los alcances del método de producción. Sufrió amenazas y atentados.
«De todo tiene la viña del Señor, uvas, pámpanos y agraz». Pero no todo lo que brilla es oro, y no todo es lo que parece. La frutilla, uno de los frutos más sabrosos de la naturaleza y de los más usados en la pastelería, la repostería y la industria del dulce, tiene en la región su lado oscuro. A la explotación a la que son sometidos los trabajadores golondrina que participan en la cosecha se suma un problema de alto impacto sanitario, como es el uso de «más de 40 agrotóxicos» para su cultivo, según denuncian ambientalistas. Y algo un tanto más siniestro: las represalias directas que pueden llegar a sufrir quienes se animan a denunciar la realidad detrás del dulce sabor.
De esto puede hablar largo y tendido Facundo Viola, periodista, vecino de Arroyo Leyes y víctima del impacto de la industrialización en la producción de alimentos en todos sus aspectos. Las quejas por sufrir la aspersión de los químicos agrarios y encabezar la lucha que impulsan desde hace tiempo los Vecinos Autoconvocados de su localidad lo hicieron blanco, junto a su compañera, de amenazas, atentados y hasta violencia física.
Las frutillas criollas son más pequeñas, aromáticas y sabrosas, mientras que las modificadas genéticamente son grandes y más vistosas pero sin aroma ni sabor.
«Antes de la siembra de los plantines se esteriliza el suelo con bromuro de metilo —un gas desarrollado durante la Segunda Guerra y usado como insecticida, fungicida y acaricida, prohibido por el Protocolo de Montreal— y otros componentes. Los distintos estudios realizados en Arroyo Leyes encontraron 40 tipos de químicos diferentes, incluido el glifosato, usado para reducir las plantas no deseadas en los laterales de los terrenos», explicó.
«También se usa gran cantidad de fertilizantes aplicados con sistema de riego. Principalmente son fertilizantes nitrogenados, fósforo y potasio, entre otros, para complementar las faltantes de nutrientes del suelo arenoso», dijo.
No obstante, las frutillas son muy ricas en antioxidantes y bien conocidas por ser un potente antiinflamatorio natural, las fresas no se libran de ser de nuevo –no es la primera vez que encabezan el ranking de EWG– la fruta más ‘sucia’.
Según recoge la organización medioambiental en su página web, una sola muestra de fresas contiene unos 22 residuos de pesticidas. Además EWG afirma en su informe de 2018 que un tercio de todas las muestras de fresas analizadas contenían diez o más residuos de plaguicidas.
Sacarles el cabito y luego lavarlas con agua reduce de forma importante los pesticidas que suelen traer
Investigación sobre procesos mínimos y técnicas de empaquetado en frutillas reporta que gran parte de tres plaguicidas se eliminan al cortarles el cáliz y lavarlas y que otros dos, si bien bajan su cantidades, aún se mantienen por encima de lo recomendado.
Este informe contó con parte de la fuente publicada en © Diario La Capital: 14 de octubre 2019 00:00hs y La diaria.com (Uruguay)