Tiempos atràs, las ferias estaban reservadas a quienes deseaban comprar un buen poncho artesanal, alguna madera tallada u otro arte sofisticado realizado en el momento. Hoy, esos actos, siguen intactos y del mismo modo pero se ha creado una competencia enorme donde los artesanos ocupan largas calles en distintos barrios. Si bien,la oportunidad està puesta al servicio del comprador, no debemos olvidar que, una de las principales situaciones que hacen que estos hechos nazcan dìa a dìa, debemos encontrarla en la gran crisis actual. Por otro lado, la rapidez y oportunismo de las grandes casas de modas, salen a competir a lo artesanos quienes la luchan dìa a dìa.
En la feria del barrio ya es comùn pasar por un stand donde, al finalizar la compra, entregan al comprador la tarjeta de su local o producto.
El turista ya exige y hace notar al vendedor que el dinero en efectivo escasea, por lo cual, ya muchos artesanos cuentan con post a la venta.
Mirta (vendedora de bufandas argumenta). «No tengo `la maquinita de la tarjeta pero mi compañera de al lado me la presta y asì puedo vender màs.`»
Pablo (vendedor de sombreros cuenta). «En este momento no tengo el post. La idea es vendedor en un futuro pròximo con èl pero, si te parece, a tres cuadras de aquì, està mi local. Podès pasar (extiende su tarjeta) y te vendemos con dèbito.»
Otro vendedor de chapas vintage explica lo mismo que Mirta. «No tengo dèbito, pero si esperàs a mi amigo del local de al lado, me presta el post y te vendo.»
La lucha por subsistir en las calles, haciendo frente al frìo en pleno invierno o bajo el sol radiante del calor en pleno verano, hace que los artesanos y todos los obreros que deben llevar un pan a la mesa de los porteños, hagan frente al sacrificio en la acera de la competencia, la actualidad y la inflexibilidad de los dìas.