Por Lis Anselmi. La Manzana de las Luces, situada entre las calles Alsina, Perú, Moreno y Bolívar, es un lugar que no puede dejar de conocerse, su historia se remonta a 1661 y sus túneles forman parte hoy de la leyenda urbana de Buenos Aires.
El nombre “Manzana de las Luces” se debe al periódico El Argos que la llamó así por primera vez, ya que en esta manzana “brillaron” las principales instituciones culturales, educativas y religiosas de Buenos Aires.
La historia de esta manzana comenzó cuando La Compañía de Jesús -los Jesuitas-, que habían construido un colegio y una capilla donde hoy está la Plaza de Mayo, tuvieron que abandonar ese lugar porque estaban muy cerca del río, un lugar vulnerable que podía ser usado por los invasores como refugio y que al mismo tiempo representaba un peligro para los religiosos, ya que en un enfrentamiento quedarían en medio del fuego cruzado. Fue así que se trasladaron a la ubicación actual, en pleno casco histórico de la ciudad, donde comienzan a construir la nueva iglesia (hoy San Ignacio de Loyola) y el nuevo colegio (hoy Colegio Nacional Buenos Aires).
Además de la Iglesia y el Colegio, en la Manzana vivían los jesuitas y también almacenaban las mercaderías provenientes de las Misiones.
Por la Manzana de las Luces han pasado muchas instituciones, entre otras, la Universidad de Buenos Aires, la Imprenta de Niños Expósitos creada por el Virrey Vértiz, la Biblioteca Pública inspirada por Mariano Moreno, el Museo de Ciencias Naturales, el Archivo General creado en 1821 por iniciativa de Bernardino Rivadavia y el Museo Público de Bs. As. Fue en esta manzana donde tuvieron lugar las primeras exposiciones de pinturas, donde se realizó la Primera ejecución de la Misa Solemne de Beethoven y donde se iniciaron las tertulias literarias características de aquellos tiempos.
La Manzana de las Luces ha sido testigo de momentos fundamentales de nuestra historia, como las invasiones inglesas, el Motín de las Trenzas (la sublevación de los Patricios). Mención aparte merece el asesinato de Manuel Vicente Maza, presidente de la Legislatura, en 1839. El se encontraba en su despacho, según algunos historiadores escribiendo su renuncia, cuando fue sorprendido por tres hombres encapuchados, presuntamente mazorqueros (hombres al mando de Rosas) que lo apuñalaron.
Si bien Maza y Rosas eran amigos, poco antes del asesinato el hijo de Manuel Maza, el coronel Ramón Maza, había sido arrestado como sospechoso de conspirar contra Rosas, lo que habría llevado a Maza a renunciar a su cargo. Poco después del crimen. Ramón Maza fue fusilado en la cárcel por orden de Rosas.
Si bien el crimen se adjudica a los mazorqueros, nada pudo ser probado, ya que Rosas mandó detener a los encapuchados, autores materiales del hecho, que fueron luego fusilados sin llegar a decir al mando de quien habían actuado. De esta forma, todos los testigos del asesinato desaparecieron y la participación de Rosas nunca fue probada.
Una de las leyendas de Buenos Aires cuenta que el fantasma de Maza, con el puñal clavado en el pecho, aún pasea por la sala donde encontró su trágico final, y que hoy lleva el nombre de “Sala Maza” y que puede recorrerse en las visitas guiadas.
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Una de las cosas que más intriga a los visitantes de la Manzana d las Luces, son sus túneles. Estos túneles que forman parte del tejido de túneles que recorre el subsuelo del centro de la ciudad, fueron construidos por los jesuitas y comunicaban mayormente a las iglesias del casco histórico.
Las iglesias estaban cerca del puerto y, siendo Buenos Aires una ciudad de planicie, cualquier invasión dejaría totalmente expuestos y vulnerables a sus habitantes, por eso se cree que los túneles fueron construidos como protección. Desde las torres de las iglesias podía verse cualquier ataque y rápidamente a través de los túneles ponerse a cobijo. Pero esta trama subterránea quedó inconclusa con la expulsión de los jesuitas en 1667 y de a poco los túneles fueron cayendo en el olvido.
Todo cambió cuando en 1912, Héctor Greslebin, un estudiante de la Facultad de Arquitectura y Urbanismo que funcionaba en la Manzana de las Luces, vio como parte del piso del aula se hundía y dejaba expuesto un trecho de uno de los túneles.
El trazado de los túneles es ya imposible de realizar, los subterráneos, los cimientos de los edificios, las cañerías de agua y gas y los los desmoronamientos provocados por las vibraciones producidas por la circulación de automóviles y colectivos que han provocado derrumbes, han interrumpido y bloqueado el recorrido de los túneles, y sólo existe un plano diseñado sobre la base de un relevamiento de 1915.
En la actualidad, sólo una parte restaurada de los túneles, que corren bajo la playa de estacionamiento de la Manzana de las Luces, puede visitarse.