Por Luis Lorenzo. No encuentro palabras ni explicaciones a tanto dolor, tanta amargura, tanta tristeza. Tampoco puedo encontrar una respuesta, a la pregunta que (creo), todo el pueblo Bohemio hoy se pregunta: ¿por qué no ascendimos?. El día acompaño a un domingo que por lo general, la gente prefiere ir a la plaza con los chicos, al cine, al teatro…

Villa Crespo tenía un compromiso muy especial con su gente. Era el momento de la verdad. Ese momento que se vivía desde el sábado a la noche, con muchos hinchas tratando de poder dormir ante tantas horas de ansiedad, y contando aquellas ovejitas imaginarias para poder pegar un ojo. Nadie seguramente lo logró.
Era un domingo muy especial para el hincha de Atlanta. El «mano a mano» con Flandria. La final de finales entre «Bohemios» y «Canarios». Sólo ellos y nosotros. Nadie más…
Un domingo que arrancó desde muy temprano, en un barrio que en el transcurrir de la mañana y el mediodía, se iba llenando de color, de un clima que se vivía a cada momento. Un aroma a fiesta que se percibía desde todos los rincones del barrio.
Ya se sentía las previas desde todos los rincones: bares, pizzerías, parrillas, y casas particulares donde no faltaban el asado y el Fernet. Incluso en la Sede se han concentrado gran cantidad de Bohemios. Y mientras tanto, los ruidos de los fuegos artificiales nos daban el claro panorama de lo que se vivía.
Y allí estábamos nosotros: Leandro Rosin, Gustavo Malamud (en compañía de su sobrino «Manu»), y yo. Compañeros, amigos inseparables. No nos perderíamos ésta final. Luego se fueron sumando amigos y gente que ya son parte de uno: Marcela Rocha, las «Nenas Bohemias», Maurito, Augusto Calderón, Alicia Cangeli, el Sordo Tapia, y tantos otros que se los ve en casi todos los encuentros (no nos saludamos, pero siempre estamos).
Luego y ya en un estadio, donde todo era un clima de expectativa y de mucha emoción, se sumaron dos amigos más: Rodrigo y su novia María Belén (que quedó encantada con el club).
Fueron horas, fueron minutos que cuando se ingresó al estadio, todo era distinto, se veía de forma distinta.
El recibimiento, no se puede expresarlo nunca con palabras. Simplemente, era vivirlo a pleno, sentirlo al máximo, y guardarlo para siempre en la retina de tu corazón.
Sin embargo la realidad fué otra: se sufrió, se esperó mucho más de un equipo que tenía enfrente suyo, nada más que 15.000 almas. Un lleno casi total, para vivir una fiesta que nunca fué. Y la historia,que siempre se repite.
El dolor de muchos, y sumado a la impotencia y la bronca de un equipo que te da la vuelta olímpica en tu propia cara, es el punto de inflexión del que nos seguimos preguntando: ¿Por qué pasó esto?.
Hoy el barrio dormirá como si nada hubiese pasado. Pero hay tantos «hinchas de Ley», como José Rosenberg, Daniel Morón, Valentina D’Amelio, la familia Rovitti, «Kamisa», y otros que regresan a sus casas con sus rostros cabizbajos.
En un mes comenzará otro campeonato, otras ilusiones… ¿otras caras?.
Posiblemente, pero lo cierto es que una vez más, se deja escapar otra chance inmejorable para salir de esta categoría que cansa al hincha Bohemio.
Ojalá, que este campeonato se de.
Que así sea….