«Para hacer bien el amor hay que venir al Sur», lo dijo Raffaella Carrá. Eso lo expresó en el marco de ser libres y poder tomarse un avión de Continente a Continente para conocer la viva experiencia de pasarla bien.
Respecto del recorrido que hoy nos toca, aquí en Buenos Aires, nuestros pasadizos son más barriales. Por eso diremos que, más allá de la libertad y el sexo, «Para conocer la Estación Carranza completa, debemos ir por el pasaje interno subterráneo». Este es el que nos conducirá de un lado al otro, siempre dentro del mismo radio de Palermo, casi al limite con Belgrano. Digamos que, pasamos al filo y al límite de Las Cañitas, pero por debajo y al costado del Viaducto Carranza.
De este modo, y registrando más sobre el relieve de sus calles, nos hallaremos con la desembocadura de una especia de Pasaje llamado Arévalo, una calle que finaliza allí, en la copa del Viaducto.
El lugar no es, nada más ni nada menos, que un barrio casi privado con mucha tranquilidad. Años atrás es bastante caótico pero las circunstancias cambiaron para bien.