Por Ana Leguísamo Rameau. El fin de semana largo dejó en los gastronómicos un sabor a crisis, tragedia y desperdicio. Desperdicio ya que, al haber un feriado puente, los bares pudieron haber abierto sus puertas a los porteños que descansaron bajo el hipnotismo de Netflix, YouTube o internet. Sin embargo, la única posibilidad de subsistir fue el Delivery y Take Away.
Los restaurantes del barrio, en su gran mayoría, mostraron grandes pizarras en la vereda y mientras la música sonó muy alto, por demostrar que todo está bien, la soledad y la desidia fue su eterno acompañante. Carteles adentro y afuera de los restó intentaron seducir con promos imperdibles y tentadoras: milanesas, papas fritas, pastas, hamburguesas, tortas y helados. Aún así, no hay mensaje que pueda cubrir el silencio de las mesas desocupadas o de las sillas con gente a la distancia, porque una milanesa con papas fritas no puede pagar el alquiler del mes de aquellos que hoy no ocupan un lugar. Mientras tanto, las cuentas corren porque los empleados esperan allí, que se les pague el sueldo, e interinamente el personal aguarda a que el teléfono llame para salir urgente a entregar , tal vez, un mísero sándwich con una tacita de café.
Penitencia total por culpa del maldito virus chino y, mientras algunos hacen leño del árbol caído, ciertos ciudadanos culpan a Alberto Fernández y otros a la crisis anterior de arrastre económico de Mauricio Macri. Lo cierto es que, el origen y único responsable de esta pandemia es el Covid-19, ese invisible energúmeno que se ha cobrado innumerables vidas y millones de puestos de trabajo mundial. No obstante, y para que se entienda que este editorial no intenta salvar a la clase política, destaco que, muchos legisladores, sacan ventaja a la pandemia para hacer sus sucios negociados tales como adelantarse (lo más rápido posible) para vender tierras de la Ciudad o para deshacerse del patrimonio inolvidable de ciertos iconos del territorio que nos circunda. Otros se apropian de las vacunas y los hay más allá esos que explotan los bolsillos de los inquilinos que ya no pueden más vivir manteniendo al propietario bajo el terrible manto de la inflación y de la especulación desvergonzada.
Por ello, la reactivación de la economía es uno de los temas centrales de la mayoría de los países afectados por la parálisis de la actividad comercial debido a la pandemia de coronavirus en el mundo.
Ojalá la muerte segura de esta actualidad nos de una chance rápida lo antes posible, aunque muchos dicen que la pandemia llegó para quedarse un largo tiempo todavía.