La voluntad es la clave para conseguir lo que uno se ha propuesto. Es la joya de la corona de la conducta. El que tiene educada la voluntad verá que sus sueños se irán convirtiendo en realidad.
La voluntad y la inteligencia forman un dúo decisivo en la geografía de la persona. A ellas se une otra pieza decisiva de nuestra psicología: la afectividad. Afectividad, inteligencia y voluntad constituyen un tríptico esencial que nos dirige hacia lo mejor.
¿Qué es la voluntad, en que consiste, cuales son los principales ingredientes que se hospedan en su interior?
La voluntad es la capacidad para ponerse uno objetivos concretos y luchar hasta irlos alcanzando. Está claro que no es algo genético, sino adquirido. La psicología conductista la define así: capacidad para aplazar la recompensa. Es decir, para ir trabajando y fortaleciendo la voluntad es muy importante no buscar resultados inmediatos sino mediatos, sacrificar lo cercano por lo lejano. En esa travesía se encierra un principio que me parece muy importante: saber esperar y saber continuar.
Etimológicamente la palabra voluntad procede del latín voluntas, -tatis, que significa querer.
Desear es pretender algo de forma pasajera, momentánea, esporádica, sin continuidad, es algo que asoma en ele escenario de los intereses y luego se difumina. Por el contrario, querer es determinación, propósito firme, decisión sólida, es haber tomado la resolución de conseguir algo y entregarse a esa tarea. El inmaduro va detrás de los deseos según van
apareciendo y luego los va desechando. El que tiene madurez quiere algo con fundamento y precisión, lo califica, lo precisa, delimita su campo y se lanza con todas sus fuerzas en esa dirección evitando la dispersión, poniendo a la voluntad por delante, para que tire en ese sentido. El deseo es más emocional, el querer pertenece al patrimonio de la voluntad.
Dicho de forma más rotunda: voluntad es determinación.
La voluntad es firmeza en los propósitos, solidez en lo planes a llevar hacia delante, ánimo ante las dificultades. Todo lo grande es hijo del esfuerzo y la renuncia.
Toda educación empieza y termina por la voluntad.
Los padres somos los primeros educadores. Un buen padre vale más que cien maestros.
Educar es seducir por encantamiento y ejemplaridad; seducir con los valores; entusiasmar con las cosas que no siguen siendo valiosas con el paso del tiempo. Educar es convertir a alguien en persona; ayudarle a que
se desarrolle de la mejor manera posible, en los diversos aspectos que tiene la naturaleza humana.
Quien tiene educada la voluntad es más libre y puede llevar su vida hacia donde quiera.
Cuando la voluntad se ha ido formando a base de ejercicios continuos, está siempre dispuesta a vencerse, a ceder, a dominarse, a buscar lo mejor. No eres más libre cuando haces lo que te apetece, sino cuando eliges aquello que te hace más persona. Aspirar a lo mejor y tener visión de futuro.
Este artículo que comparto con mis lectores es un extracto del libro *La conquista de la Voluntad* de Ricardo Rojas.-
Dibujo: La Net
Patricia Nùñez Vega