«Una de las características más significativas de las casas de inquilinato era el elevado índice de hacinamiento, ligado a las notorias deficiencias sanitarias.
Los informes realizados por médicos higienistas de la época y las publicaciones del diario La Prensa, ilustran acerca de habitaciones sin aire y sin luz por carecer de ventanas, de cuatro o cinco metros por lado, ocupadas por más de media docena de personas.
Esas mismas habitaciones en donde vivían –comían y dormían- se convertían en improvisados talleres en los que costureras, planchadoras y sastres, se integraban al tan mal remunerado sistema de “trabajo a domicilio.
El hacinamiento se vio agravado por el precario y a veces inexistente servicio sanitario de los conventillos, lo cual generó que estas casas se convirtieran en verdaderos focos de irradiación de enfermedades infectocontagiosas.
La carencia de cocinas obligaba a los inquilinos a usar braseros, que se encendían en los patios junto a las puertas de las piezas; de esta manera no era difícil que a la hora del almuerzo o la cena estuvieran encendidos en el mismo patio 25 o 30 braseros. Los problemas se agudizaban en los días de lluvia ya que no había más alternativa que cocinar dentro de los cuartos, lo que estaba prohibido por las reglamentaciones vigentes.
Por otra parte en el conventillo se instrumentó un eficaz sistema represivo que tuvo basamento legal en los reglamentos internos. A través de sus cláusulas los propietarios y los caseros establecían las pautas de conducta que los inquilinos debían observar, y también el monto del depósito del alquiler y las fechas en que debían hacerse efectivos.
El no cumplimiento del contrato del locatario durante dos meses permitía efectuar al dueño la correspondiente demanda judicial y, como consecuencia, el inmediato desalojo de los demandados. Todo el peso del aparato judicial respaldaba a los propietarios y dejaba indefensos a los inquilinos.»
Suriano, Juan. “El conventillo”. En Movimientos sociales. La huelga de los inquilinos de 1907. Prólogo. Buenos Aires, CEAL – Historia testimonial argentina. Documentos vivos de nuestro pasado. N 2. 1983
Diego Feldman y Carlos Rodriguez MyISAMs












