En una época era muy normal pasar cerca del buzón y entregarle a éste una carta. Dicho trámite evitaba , de esta manera, que la persona se dirigiera hacia el correo. Tan sólo tenía que poseer la estampilla para el franqueo de la misma. Era un pequeño distintivo de una esquina cualquiera, parado ahí, a la espera de la carta anhelada de pagos o impuestos atrasados, hasta una notificación, que un viejo pariente de Europa le había dejado una cuantiosa herencia. Infinidad de historias como estas se amontonaban en el corazón carmín del buzón de la esquina. Lugar emblemático, la esquina.
No podría haber sido de otro modo. Verlo instalado en la mitad de la cuadra, no sería tan romántico como el lugar que le fue dado. Por lo general en esas esquinas había un café donde los muchachos del lugar y no tanto se reunían o se apoyaban para comentar sus cuitas.
Cuantas cosas habrá escuchado ese compañero de noches en vela, reunidos antes de ir a la milonga los más osados o al cine los que todavía no tenían la edad permitida. Dentro de su corazón cabían infinidad de cartas de amor, de despedida, esquelas que un enamorado empedernido se arrepintió al enviar y entonces tan solo tuvo la loca idea de llegar hasta el correo que estaba en la Plaza Miserere, donde se clasificaban las cartas y hablar con el encargado o jefe de correos para pedirle interceptar la misma .Mientras hacía el recorrido por las cintas colmadas de cartas, tratando de distinguir la suya. Algo imposible, pero sucedió.
El cine argentino tiene en su historial una película con la historia expuesta. “La carta”. El final, eso queda al libre albedrío de cada lector. Todo es posible en el cine. Los poetas de la música popular de Buenos Aires y ahora del mundo: el tango tampoco. En el barrio de Pompeya existe el Museo Mano Blanca.
Presidente Arturo Ilia, Astor Piazzolla, Osvaldo Pugliese, Juan Alberto Badia, Adriana Varela, Anselmo Marini, Beba Pugliese, Susana Rinaldi, Horacio Ferrer, Héctor Negro, entre muchas personalidades más. Como embajadores e instituciones de la ciudad.
En realidad la idea de esta nota es dar a conocer el tremendo estado de abandono de algunos buzones de los barrios de la Ciudad de Buenos Aires, de los ciento cuarenta y cuatro que quedan atragantados de papeles por decirlo decorosamente, embadurnados de cola y pegamento con carteles que lo humillan y avergüenzan. Si nuestras plazas son tan hermosas, merecen respeto, pero no lo reciben del ciudadano que camina, propio y extraños.
Si nuestros Bares Notables se están dignificando, por qué no el Buzón de la Esquina de nuestros barrios. Si las plazas llevan una pulsera de hermosas rejas, el Buzón podría tener su protección con un cerco y una placa donde indique que pertenece a los buenos vecinos y porteños qué habitan el lugar.
Alguna vez alguna de los caminantes de pequeño habrá dejado en su corazón una carta para los “Queridos Reyes Magos”, o es que los corazones están tan endurecidos que nadie lo recuerda. Los niños de las escuelas suelen ir a Centenera y Tabaré y reciben copias de los tangos de Manzi, esos niños nunca han colocado una carta en su boca grande y roja, para expresar sus deseos. Correo Argentino tiene una deuda con “Pedazo de la ciudad que sangra ante la desidia de su gente. Quizás un día para festejar la Primavera de Buenos Aires, con balde y esponja en mano, todos salgamos a entregarle la identidad perdida al Buzón.
Soñar , soñar no cuesta nada.
Museo Mano Blanca. Fundado en 1983. Institución de carácter privado: Tabaré 1371.
Azucena Cerundolo