Todo se ha dicho de un hombre que nació hace demasiado tiempo, es muy posible que muchos no lo hayan escuchado nunca, quizás no saben quién fue. Sería muy fácil repetir lo de cada 11 de diciembre. Recordar su llegada al país, en la época que los barcos tenían el destino asegurado en el puerto de Buenos Aires, y como él y su mamá, cientos de miles de personas de otras latitudes, también lo hicieron. Llegaron en un barco, frase que ha recorrido todos los ámbitos, en libros, pinturas, en el cine y por supuesto en el tango. Es una frase que tiene historia.
Quinquela Martin hijo dilecto de la Boca, le dedico colores, líneas en sus dibujos, y aún , al pintar el riachuelo, nadie mejor que él para entenderlo. Tanto para contar, su alegría al caminar por las calles de un barrio populoso, naciendo cada día, un mercado que lo vio crecer y hacer de las suyas. Era muy joven. Muy alegre. Tenía un Don: su voz. Salía por los caminos de su tierra con otro trovador, Agustín Magali, Abrazados a sus guitarras embellecían con su cantar los caminos de tierra, la cosa era cantar.
Y el tiempo pasó el joven creció, abrió sus alas para el mundo. También su talento fue reconocido aquí, en Paris, con las rubias de boquitas pintadas desde Nueva York. Aplausos, noches de farra, cabaret. Y un inmenso amor para Berta. Buen amigo, dicen los que lo conocieron, los que nunca faltan cuando se está en las buenas y el hombre les tenía confianza. Trabajo, y grabo en otras empresas, por ser conocedor de su talento, quiso lo mejor. Buena elección, de la misma manera elegía a sus profesores de canto.
Hombre visionario: cuanto hubiera logrado si no se embarcaba en ese vuelo. Queda el recuerdo en cada rincón de su Buenos Aires Querido, en cada quiosco, el está, acompaña y toman mate. Una casa, la que el prometió a Doña Berta, su madre, en el barrio del Abasto, que lo vio desde purrete , y lo siguió por las calles adoquinadas con el viejo esmoquin abrazado buscando el día que lo quieran. Si hubiera sabido..!
Su casa ya no es su casa, se la han cambiado, hasta las pilchas le han sacado, ni los frasquitos, ni su funyi marrón.
Quedan fotos, recuerdos, logros que acumulo en su corta carrera de cantor y actor. Películas que filmo muy lejos. Diarios de ese día.
Sus discos, sus fotos, y el sonido de su voz dulce, armoniosa, es el placer que produce cuando esos ojos cantan al corazón del que los mira. Esa facha de traje y corbata.
Y el todavía nos premia a nosotros con una sonrisa que estremece y da ganas de esperarlo, para recorrer con él , su Buenos Aires Querido y llegar hasta el puerto para verlo bajar con esa sonrisa misteriosa que nunca se entrega por que no habrá más penas, cuando el te vuelva a ver. Carlitos Gardel, tu pueblo donde estés te pide que sea feliz!
por qué cada día , cantas mejor! Zorzal.
Museo Carlos Gardel.
Casa recuperada de Carlos Gardel y de su madre, Berta Gardés.
Jean Jaures 735. Barrio del Abasto.
Azucena Cerundolo