En mi caso particular no existe festejo de cumpleaños sin la presencia de globos. Desde pequeña disfruté de ellos. Por su diversidad de colores, tamaños, formas, sumándole los dibujos que presentan.
Considero que dan un toque especial a la celebración que se lleve a cabo, alegran el ambiente junto al resto de los adornos que elijo. Hasta en algunos casos los invitados desean llevárselos de suvenir.
Tal vez se pregunten cuál es el motivo que trajo a mi mente los globos, sucede que hace corto tiempo atrás, celebramos en casa el cumpleaños de mi hija menor. A quien le di la sorpresa de recibirla con la casa decorada: carteles de festejo como así también los infaltables globos decorados con caritas, corazones y estrellas.
Esta vez me demoré en retirarlos, la vista siempre se me iba hacia ellos, recordando con la alegría que los había inflado. En mi imaginación cada vez que los observaba, una variedad de conceptos merodeaban en mi cabeza.
El más recurrente era inflar o mejor dicho “inflación”, término que escucho como así también leo a diario en todos los medios. Inflación bien se la puede comparar con globo, ambos se inflan, lamentablemente “ella” la vedete del momento no me alegra, me preocupa.
No se la hace desaparecer por el contrario se acrecienta, transformándose en un gran globo que se denomina piñata, introduciéndole miniaturas para que al pincharla los juguetes se deslicen. Provocando de este modo la sonrisa de los presentes.
En el caso de la famosa inflación se le introduce números, los que se transforman en aumentos en los combustibles, a partir de allí todo lo que esto conlleva. Nada se detiene es una gran maratón que interfiere en la economía del país, la que no se entiende cómo solventar.
Se podría decir que son sinónimos: globos con inflación, o viceversa, inflación con globos.
Mercedes Giangrande