Por Diego Migliaro. Alguna anécdota de su paso por las oficinas de Arizu en Buenos Aires, las primeras gotas de vino perdidas en un vaso con soda, el disfrute de un Rincón Famoso o una caramañola en alguna salida al centro y hasta la búsqueda de la figura que faltaba para completar la batalla de San Lorenzo de Cavic.
Recuerdos del vino de la mano de mi viejo
El presente transcurre comentando alguna emisión de Planeta Vinos, la última oferta que enganchó en Coto o el tratar de convencerlo de animarse a alguna etiqueta nueva o ir más allá del Malbec.
Mi memoria no identifica comidas sin el vino en la mesa familiar. Y eso es parte de esta pasión que hoy me mueve.
Seguramente sean historias que se repiten y multiplican en muchos casos. Y es que el vino también es eso. Forma parte de la cultura familiar, el compartir con nuestros padres, el crecer a la par de ese vino con soda.
Unión, comunión y disfrute.
Por eso mismo, este domingo, no encuentro mejor forma de celebrarlo que descorchando y chocando la copa con él. Y brindar para seguir compartiendo momentos y vinos, Dios quiera, por mucho tiempo más.
¡Feliz día!