Matías Ferri habla, durante el programa radial «La Naranja», sobre el espíritu de Plaza Miserere ubicado en el Monumento a Rivadavia, centro de Plaza de Once. Matías Ferri expresa «En lo que respecta al calendario de la región. Enero es por antonomasia uno de los meses más cálidos del año. Caracterizado por días abrumadores donde la temperatura es elevada hasta la intolerancia y la noche no basta para calmar el sofocante calor del día. En una de estas noches da origen esta historia en la Ciudad de Buenos Aires. Específicamente en una de las zonas del Barrio de Balvanera que, extraoficialmente y erróneamente, es conocido como el Barrio de Once.
Gracias a un “cambio de planes” de último momento, Andrea tuvo que quedarse en su oficina luego del horario de cierre dibujando aquellos planos que debían ser exhibidos el día siguiente en la reunión. Fue alrededor de las diez de la noche cuando apago la computadora y se levantó pesadamente de su escritorio. Se sintió muy cansada, pero la necesidad de estar en casa bajo el aire acondicionado y tapada hasta el cuello le dio las fuerzas necesarias para salir de la oficina, cerrar la puerta con la llave que su jefe le dejo a cuidado y tomarse el ascensor que la llevaría a la planta baja del edificio.
Una vez en la calle se dirigió a la parada terminal del colectivo 98, transporte que tomaba diariamente para dirigirse a su casa en el Barrio de Berazategui. Pese a que la distancia era escasa (Específicamente dos cuadras) había algo que se encargaba de que este recorrido sea prácticamente eterno. Era el miedo al caminar sola bajo el velo de la noche en aquel Barrio y, específicamente, bordear la Plaza de Miserere donde los robos y la inseguridad son moneda corriente tanto en ella como en las calles que la bordean. Pese que el lugar es transitado por miles de personas diariamente. Por las noches una persona puede llegar a sentirse solitaria en aquel espacio.
La noche era oscura y la luna se escondía de a ratos detrás de las nubes. Las calles iluminadas no mostraban señales de vida (para beneficio o terror de nuestra protagonista) y los locales cerrados no daban reparo ante una situación conflictiva.»