¿A dónde hemos llegado? ¿Se terminó el diálogo? ¿No es más simple como así también humano dialogar que exponer un arma? Sin saber cuál será el resultado de dicho comportamiento peligroso. Esta introducción forma parte de una las tantas noticias de actualidad, importante por cierto: presentarse en el colegio, el padre del alumno, con un comportamiento agresivo del cual se desliza una mano, la que se convierte en cachetada o más grave portando un arma la que exhibe sin temor alguno.
Este hecho violento se produce porque el alumno ha obtenido una nota baja o por su mal comportamiento hacia un profesor o compañero de clase.
Considero que como padres tenemos la obligación como así también la responsabilidad de acercarnos a nuestros hijos preguntándoles si tienen tareas para realizar o rendir un examen. La labor no concluye allí, insinuarles si desean de nuestra colaboración, hacerles saber que cuentan con nosotros para todo lo que necesiten.
Trátese sobre el estudio o intercambio de opinión con un compañero o cualquier tema que les inquiete, manifestarles que estaremos a su lado cuando lo requieran. Que entiendan que no están solos, que cuentan con nosotros.
Si ocurre que regresan del colegio con la noticia de que han obtenido una nota baja en alguna materia, alentarlos para que continúen ocupándose de la misma, dedicarle más tiempo con la finalidad que la próxima vez el puntaje será el apropiado.
Dialogar no levantar el tono de voz, hacer hincapié que más allá de nuestras actividades, siempre contaremos con el tiempo adecuado para que interpreten aquello que les resultó tan complejo. Interiorizarnos que les sucedió, si no entendieron algo, tal vez no les gusta, ofrecerles la posibilidad de leerla juntos, si precisan un profesor particular.
Darles la opción que: se puede, se puede también acercarnos al establecimiento estudiantil, de manera pacífica, con altura como así también una actitud educada. Conversar con el profesor, consultar que está sucediendo, buscar la posibilidad de forma un equipo: alumno-profesor-padre.
Ejemplo totalmente opuesto al de hacernos presentes de modo soberbio, temperamental, fuera de lugar, el que tan solo no dejará nada positivo a nuestros hijos , sino tampoco a nosotros. No debemos comportarnos de forma correcta por ser padres, tíos o hermanos mayores de los pequeños, tan simple porque nuestra conducta es la apropiada.
La vida misma nos fue enseñando parte de nuestro desarrollo, educación como así también el actuar ante personas que viven equivocadas, confundidas, a las que no se les justifica que insulten, lastimen o saquen un arma, dado que evidentemente desconocen cómo resolver las dificultades que se les presentan.
Mercedes Giangrande













