La Confitería Las Violetas está allí en su esquina emblemática de Almagro. Es todo un icono de la Ciudad y, aunque los años han temido su ausencia, Las Violetas permanece altiva con toda su prestancia porteña.
Fue inaugurada en 1884. Además, fue construida por sus propietarios originales sin escatimar en esfuerzos ni gastos. Su arquitectura es fina boiserie, con magníficos vitraux, mármoles italianos y muebles traídos de París. Por ello, la poetisa argentina Alfonsina Storni fue una asidua clienta de Las Violetas, ya que vivía en el barrio de Almagro. Sus salones también fueron conocidos por, por ejemplo, Roberto Arlt e Irineo Leguisamo, el jockey a quien le cantó el mítico Carlos Gardel en un conocido tango.
A pesar de su cierre en 1998, la Legislatura de la Ciudad la declaró área de protección histórica, por lo que fue reinaugurada en 2001, sin perder nada de su encanto y elegancia. A las impecables piezas de mármol de Carrara en la barra y las mesas, se le suman las suntuosas arañas de bronce original. Su carta es vasta y resulta imposible no encontrar el plato que se desea, ya sean pastas, risottos, carnes de todo tipo o pescados.
La avenida Rivadavia, camino de carretas, unía la Plaza de Mayo con el oeste lejano hacia Flores. Durante la epidemia de fiebre amarilla en 1870 la gente de clase pudiente buscó refugio en las zonas altas, entre ellas Flores, lugar de veraneo, unida a la ciudad por el Ferrocarril Oeste. En 1876 la compañía Anglo Argentina construyó en esa calle Rivadavia uno de los primeros tranvías a caballo.
En 2017, entre 19.000 votantes, Las Violetas fue elegido como el mejor Café Notable de la Ciudad. Participaron 49 establecimientos y el anuncio fue realizado por el jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, Horacio Rodríguez Larreta.