Calma la que más de una vez no se logra, más allá de que se intente de modo reiterado, dado que la situación existente nos corre de ese estado armonioso como así también paradisíaco. Sería maravilloso conservar esa fase por tiempo indeterminado.
Obstáculos se entrecruzan en el camino, impidiendo toda forma de comunicación: el diálogo personal, telefónico, el mensaje de texto, intentando la respuesta a cómo de lugar, recibiendo como respuesta un silencio absoluto, que también posee un significado.
Magnitud, dimensión obviamente inalcanzable, la que abre un abanico de ideas, tal cual paleta de pigmentos exquisitos en su composición no así para quien lo recibe, metáfora que suena enriquecedora al oído, no ayudando a quien atraviesa este episodio.
Planteo tras planteo sin entender qué está pasando, no lograr desarmar tal nudo, sin saber cómo se armó. Mirarse por dentro preguntándose en qué momento se cometió el error si es que realmente se produjo.
Resentimiento momentáneo, dolor, tristeza, del que se corre rápidamente ya que su yo interior es tan rico que no le permite lastimarse. Intentando ayudar de algún modo a ese personaje tan especial.
Estado de ánimo que oscila tal péndulo de reloj, pieza riquísima que se encuentra en alguna casa de antigüedades como así también en aquel amplio comedor de la abuela. Gracias a esta última imagen deja de oscilar para ser esa persona vital y entera a la vez.
Naturaleza de cada uno, pobre de aquel que no puede expresar lo que siente, salir de ese mutismo que no lo ayuda en nada, enfrentando entre comillas a esa persona que evidentemente o no la desea ver más, o tal vez no encuentra la forma de resolver tal maraña.
Sensación por momentos insostenible, la que debe callar ante quienes la rodean evitándoles un dolor o quizás que tomen partido de algo innecesario, que no les compete.
Inconsciente malestar que se desliza por los poros transformándolo en algo positivo impidiendo así que se transforme en un malestar físico.
Ocio, inacción, poner la mente en blanco, para que los pensamientos que se emiten hacia el universo, los que corren a gran velocidad, sean positivos, reales, auténticos, que fluyan acomodando los hilos de esta madeja inentendible.
Nada más significativo: intenta el diálogo, deja un espacio respetando su lugar, de ningún modo la respuesta que esa madre espera de su hijo llega. Evidentemente para él: con el silencio expresa todo, mientras que para ella: tan sólo con una palabra le bastaría, aceptando cual fuera la decisión de ese hijo al que tanto ama.
Mercedes Giangrande